El pastel de la amistad
En una hermosa laguna rodeada de árboles y flores, vivían cuatro amigos muy diferentes entre sí: un pájaro triste llamado Pío, una rana chillona llamada Rita, un lagarto miedoso llamado Lucho y una princesa enfadada conocida como Sofía. Aunque parecían no tener nada en común, a todos les encantaba la idea de hacer un pastel juntos.
Un día, mientras Lucho trataba de asolearse en una roca, Sofía llegó gritando,
"¡No puedo creer que no haya ningún pastel en la fiesta de esta noche! ¡Esto es injusto!"
"Tranquila, Sofía", le dijo Pío, posando su mirada en el agua.
"Podríamos hacer uno todos juntos, ¿no creen?"
Rita, salteando con su energía habitual, croó,
"¡Sí, hagamos un pastel!"
"¡Podemos usar fruta de los árboles!"
Lucho, asustado de la idea de salir de su zona de confort, murmuró,
"¿Y si no es rico? ¿Y si nos hacemos un lío?"
"No seas miedoso, Lucho", le dijo Sofía cruzando los brazos.
"A veces hay que arriesgarse para conseguir cosas maravillosas".
Encaminándose a un frondoso árbol de duraznos, Pío sugirió,
"Yo puedo volar y traer los duraznos más jugosos".
"¡Genial!" exclamó Rita mientras daba saltitos.
"Yo puedo traer agua fresca de la laguna!"
Cuando Pío regresó, dejó caer los hermosos duraznos en la tierra. Entre risas y croares, empezaron a picar la fruta, hasta que de repente Lucho gritó,
"¡Cuidado! ¡Una serpiente!"
Todos saltaron y el caos se desató. Pío voló alto, Rita se refugió en su nenúfar y Lucho se escondió tras una roca.
"¡No tengo miedo!" gritó Sofía, aunque temblaba un poco.
"No hay necesidad de asustarse, esto es un lugar seguro", dijo Pío.
"Tal vez solo era una sombra".
Una vez que todos se calmaron, decidieron seguir con el pastel. Sofía pensó en un toque especial,
"Podemos hacer un pastel de durazno, pero también necesitamos harina. ¡Yo tengo un poco en mi castillo!"
Vacilante, Lucho sugirió,
"Pero no quiero salir, el camino es aterrador..."
"¡Yo iré contigo!", dijo Sofía con firmeza.
"No hay nada de qué tener miedo".
Lucho la miró sorprendido.
"¿De verdad?"
"Claro, se trata de hacer el pastel y, además, así te haces más valiente", le respondió Sofía con una sonrisa.
Así que los dos partieron juntos hacia el castillo. Caminando, Lucho cargaba los ingredientes mientras Sofía le contaba historias divertidas. Al final, llegó a ver que no había nada de que temer.
"¡Gracias, Sofía! Realmente me siento mejor", admitió Lucho al llegar a la laguna.
Cuando regresaron, Rita estaba emocionada,
"¿Ya trajeron la harina? ¡Perfecto!"
"Entonces, ¡manos a la obra!"
Juntos, se pusieron a mezclar los ingredientes, cada uno con su propia tarea. Mientras preparaban, Pío empezó a cantar una canción alegre para levantar el ánimo.
"¡Un pastel de durazno es lo que vamos a hacer!"
Al día siguiente, el aroma del pastel se esparció por toda la laguna. Todos los animales del bosque acudieron a ver la delicadeza colorida que habían creado. Era un festín de colores y sabores.
Sofía, con una gran sonrisa, miró a sus amigos y dijo,
"¿Ven? Cuando nos unimos y hacemos un esfuerzo, podemos lograr cosas hermosas".
"¡Y muy ricas!", agregó Rita mientras daba un saltito.
Pío, aunque seguía siendo un poco melancólico, sonrió al ver a sus amigos disfrutar y Lucho, ahora menos miedoso, se sintió feliz de haberlos ayudado.
Finalmente, mientras compartían el pastel, todos se dieron cuenta de que la verdadera alegría no solo estaba en el sabor del pastel, sino en la amistad y la valentía que habían cultivado juntos.
Desde ese día, no solo hicieron pasteles, sino que también hicieron muchas aventuras juntos, superando miedos y celebrando su amistad.
Y así, el pájaro triste, la rana chillona, el lagarto miedoso y la princesa enfadada aprendieron que con amor y apoyo, se pueden lograr las cosas más increíbles.
FIN.