El Pastor y las Ovejas



En un hermoso valle rodeado de montañas, vivía un joven pastor llamado Tomás. Tomás era conocido por su bondad y su amor hacia sus ovejas. Todos los días, las guiaba por el campo, asegurándose de que tuvieran suficiente hierba fresca y agua. Las ovejas lo adoraban y siempre seguían sus pasos.

Un día, mientras paseaban por un prado lleno de flores, una de las ovejas, llamada Lila, se apartó del grupo.

"¡Tomás! ¡Mirá cómo crecen esas flores!" - exclamó Lila, emocionada.

"¡No te vayas tan lejos, Lila!" - respondió Tomás con preocupación. "Siempre hay que estar juntos."

Lila no escuchó y siguió brincando entre las flores. Entonces, un suave viento empezó a soplar y Lila quedó atrapada en un arbusto espinoso. Gritó asustada:

"¡Tomás! ¡Ayúdame! ¡Estoy atrapada!"

Tomás rápidamente corrió hacia su amiga. Cuando llegó, vio que Lila estaba luchando por salir, pero se lastimaba.

"¡No te preocupes, Lila! ¡Ya voy!" - dijo Tomás.

Con cuidado, Tomás se agachó, y mientras trataba de liberar a Lila, le dijo:

"Ten cuidado de no moverte tanto para no lastimarte más."

Finalmente, Tomás logró liberar a Lila, y ella, agradecida, le dijo:

"¡Gracias, Tomás! Nunca más me alejaré del grupo."

Desde ese día, Lila aprendió que era importante estar siempre con el resto de las ovejas. Sin embargo, otra de las ovejas, llamada Nora, era más curiosa y a menudo se desviaba para explorar.

"¡Vamos, Nora! ¡No te vayas tan lejos!" - le decía Tomás a veces.

Pero un día, mientras Tomás estaba distraído con el pastoreo, Nora se adentró en un denso bosque. Cuando se dio cuenta, fue difícil volver al camino.

"¡Oh, no! ¡Estoy perdida!" - pensó Nora, un poco asustada.

Tomás, al no ver a Nora, comenzó a buscarla angustiado, llamando su nombre:

"¿Dónde estás, Nora? ¡Regresa, por favor!"

Al escuchar la voz de Tomás, Nora se alegró y comenzó a hacer ruido para que la encontrara. Sin embargo, había un gran estanque cerca y Tomás no lo sabía.

"Nora, sigue mi voz. ¡Estoy aquí contigo!" - gritó Tomás.

Nora, emocionada, salió corriendo, pero cuando vio el estanque, se detuvo y, asustada, pensó:

"Si intento cruzarlo, podría caer. No sé qué hacer."

Tomás, alcanzando el borde del bosque, vio a Nora y le dijo con calma:

"No te preocupes, Nora. Aléjate de la orilla y ven hacia mí. Es peligroso acercarse al agua."

Nora se sintió segura al escuchar la voz de su amigo y dio pasos hacia atrás, alejándose del estanque, siguiendo las instrucciones de Tomás. Finalmente, logró salir del bosque y regresar con el resto de las ovejas.

"¡Lo siento tanto, Tomás! Prometo no volver a alejarme." - dijo Nora, mientras se acercaba a él.

"Está bien, Nora. Lo importante es que estás bien. Siempre hay que ser cuidadosos y estar atentos."

Desde ese día, Nora, al igual que Lila, aprendió la importancia de mantenerse unida al grupo. Por otro lado, Tomás también entendió que, además de cuidar de sus ovejas, debía enseñarles sobre los peligros del mundo que las rodeaba.

Con el tiempo, Tomás y sus ovejas se convirtieron en un gran equipo. Cada día que pasaba, se aventuraban más lejos, pero siempre, siempre volvían al prado donde se sentían seguras y felices.

Así, las ovejas comprendieron el valor de la amistad, la confianza y la importancia de ayudarse mutuamente. Y Tomás, el joven pastor, se convirtió en un maestro de vida para ellas, guiando no solo sus pasos, sino también sus corazones en el hermoso valle donde vivían.

FIN.

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