El pastor y sus ovejas sabias


Érase una vez en un tranquilo campo argentino, un pastor llamado Lucas que cuidaba con amor a su rebano de ovejas.

Todas las ovejas seguían felices a Lucas y disfrutaban de sus enseñanzas sobre cómo encontrar el mejor pasto y mantenerse seguras de los peligros. Pero entre todas las ovejas, había cinco traviesas que siempre se quejaban y no hacían caso a las indicaciones del pastor.

Ellas eran Lola, la más parlanchina; Ramiro, el más inquieto; Martina, la más presumida; Franco, el más perezoso; y Clara, la más desconfiada. Un día soleado, mientras Lucas guiaba al rebaño hacia un prado verde y fresco, las cinco ovejas decidieron separarse del grupo.

Se sentían aburridas de seguir al pastor y creían que podían arreglárselas solos. Así que se alejaron trotando por un camino diferente. Al principio todo parecía divertido para las cinco ovejas rebeldes. Tenían libertad para explorar sin reglas ni órdenes.

Pero pronto descubrieron que no era tan fácil como pensaban estar solos en medio del campo.

Lola empezó a extrañar las historias de Lucas, Ramiro deseaba tener alguien con quien jugar carreras, Martina ansiaba escuchar los consejos sobre cómo lucir bonita, Franco echaba de menos los momentos de siesta junto al rebaño y Clara se preocupaba por cada ruido desconocido. Después de un rato caminando sin rumbo fijo, llegaron a una zona peligrosa donde acechaban los zorros hambrientos.

Entonces comprendieron lo valioso que era tener al pastor Lucas cuidándolos y protegiéndolos. "¡Ayuda! ¡Necesitamos a nuestro pastor!" -gritó Martina asustada. "¡Rápido! ¡Corramos juntos antes de meternos en problemas!" -exclamó Ramiro con urgencia.

De repente, apareció Lucas corriendo hacia ellos con una sonrisa cálida en el rostro. Había seguido sus huellas y estaba feliz de haberlos encontrado sanos y salvos. "¿Qué les pasó? ¿Por qué decidieron separarse?" -preguntó Lucas con ternura mientras abrazaba a cada una.

"Lo siento mucho por habernos ido" -dijo Franco avergonzado. "Nos dejamos llevar por la emoción del momento" -añadió Clara apenada. Lucas les explicó con paciencia lo importante que era permanecer juntos como familia para protegerse mutuamente.

Les recordó que todos tenían cualidades únicas y podían aprender unos de otros si trabajaban en equipo. Las cinco ovejas aprendieron esa lección vital ese día: valorar lo que tenían antes de perderlo por capricho.

Desde entonces siguieron al pastor Lucas con gratitud y dedicación, convirtiéndose en un rebaño aún más fuerte y unido gracias a su experiencia juntos.

Y colorín colorado este cuento ha terminado con una gran lección para recordar: nunca subestimes el poder del trabajo en equipo y la importancia de escuchar a quienes nos guían con sabiduría.

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