El pastorcito equilibrado


Había una vez un niño llamado Lautaro que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosas praderas. Desde que era muy pequeño, le encantaba ayudar a su papá en el trabajo diario de cuidar ovejas.

Lautaro tenía una habilidad especial para hacer dormir a las ovejitas con sus dulces canciones y caricias. Un día, mientras Lautaro estaba jugando en el campo, se encontró con una pequeña ovejita recién nacida llamada Ramona.

Era la más tierna y traviesa de todas las ovejas del rebaño. Desde ese momento, Lautaro y Ramona se convirtieron en los mejores amigos. Lautaro pasaba horas y horas jugando con Ramona, corriendo por los campos verdes y saltando sobre los montículos de hierba fresca.

Pero había algo que preocupaba a los padres de Lautaro: ya era hora de que dejara atrás su tarea de dormir a las ovejas para poder aprender otras cosas importantes.

Una tarde, después de terminar sus tareas diarias, el padre de Lautaro lo llamó a un lado para tener una conversación seria:"Lautaro, sé que amas mucho a Ramona y disfrutas mucho ayudándonos a cuidar nuestras queridas ovejas.

Pero es hora de que aprendas nuevas habilidades y te prepares para tu futuro". Lautaro miró tristemente a su padre pero entendió lo que le estaba diciendo. "Pero papá, ¿qué pasa si no puedo dejar ir mi trabajo favorito? Me da miedo perderme momentos especiales con mis amigos animals".

El padre sonrió amorosamente. "Entiendo tus preocupaciones, hijo. Pero debes confiar en ti mismo y saber que serás capaz de encontrar un equilibrio entre tus responsabilidades y tus sueños". Lautaro reflexionó sobre las palabras de su padre durante toda la noche.

Al día siguiente, decidió buscar una solución que le permitiera seguir cuidando a Ramona sin descuidar sus nuevas responsabilidades. Con mucho esfuerzo y dedicación, Lautaro comenzó a aprender nuevas habilidades en el pueblo.

Aprendió a leer y escribir, se unió al equipo de fútbol local e incluso comenzó a tocar la guitarra. Pero nunca dejó de visitar a las ovejas al final del día para asegurarse de que estuvieran bien.

Un día, mientras Lautaro estaba tocando su guitarra junto al rebaño, Ramona se acercó corriendo hacia él con algo brillante en su boca. Era una medalla dorada. Lautaro miró sorprendido mientras Ramona colocaba la medalla alrededor de su cuello.

"¡Ramona! ¿De dónde sacaste esto?", preguntó emocionado. Las demás ovejas se reunieron alrededor para ver lo que estaba pasando. Una ovejita llamada Berta habló:"Lautaro, hemos visto cómo te esfuerzas por aprender cosas nuevas sin olvidarte nunca de nosotros.

Queremos darte esta medalla como muestra de nuestro aprecio y gratitud". Lautaro sintió lágrimas en sus ojos mientras abrazaba a cada una de las ovejas con cariño.

A partir de ese día, Lautaro supo que podía seguir cuidando a las ovejas y al mismo tiempo perseguir sus sueños. Aprendió que el equilibrio entre responsabilidad y pasión era posible, y que el amor incondicional de sus amigos animals siempre estaría presente en su vida.

Y así, Lautaro siguió cuidando a las ovejas durante muchos años más, mientras se convertía en un gran músico y escritor. Siempre recordaba a Ramona y al rebaño con cariño, sabiendo que había encontrado la fórmula perfecta para ser feliz.

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