El Patético Teatrero y la Hora Mágica
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, un teatro antiguo llamado "El Fantástico Refugio". Este teatro era famoso por sus obras llenas de magia y diversión. Sin embargo, había un gran problema: su actor principal, un patético y olvidadizo personaje llamado Tito, siempre llegaba tarde a los ensayos y a las funciones. Tito era un pequeño duende que soñaba con ser un gran actor, pero su falta de puntualidad lo metía en serios problemas.
Un día, el director del teatro, el sabio y bondadoso Don Maximiliano, decidió tener una charla con Tito.
"Tito, querido, si no llegás a tiempo, no podremos hacer la obra que tanto deseas. La hora mágica de la actuación se escapa de tus manos" – le dijo Don Maximiliano con una voz suave.
"¡Pero, Don Maximiliano! Siempre me pasa algo fantástico en el camino" – respondió Tito, con grandes ojos llenos de ilusión.
Era cierto, cada vez que Tito salía de su casa, ocurría algo extraordinario. Un día, encontró un pez que hablaba, otro día, unas flores que bailaban. Pero, al final, siempre llegaba tarde.
Ese mismo día, mientras Tito caminaba hacia el teatro, vio un paisaje asombroso, lleno de colores y criaturas extravagantes. Se detuvo a admirar un arcoíris justo cuando un grupo de mariposas le habló.
"Tito, debes apresurarte! La magia se apaga si no aprovechás la hora adecuada" – le dijeron las mariposas, revoloteando a su alrededor.
Tito se sintió triste y decidido. Había sido muy desorganizado. Así que puso en marcha un nuevo plan: ¡ser puntual! Con gran esfuerzo, trabajó en su reloj mágico que había encontrado años atrás. De esta manera, podría asegurarse de no perderse la hora mágica nunca más.
La noche del estreno, Tito llegó a tiempo, vestido con un brillante traje de duende, listo para interpretarse a sí mismo en la obra. Los aplausos resonaron mientras las luces del escenario brillaban. Todo el pueblo estaba allí, emocionado por ver al patético, pero amoroso, Tito.
Sin embargo, justo antes de comenzar la función, un viento fuerte comenzó a soplar y desató un torbellino de luces y colores por todo el teatro. Tito y sus amigos estaban asombrados.
"¡Esto es una locura! No podemos actuar así, ¡el escenario se descontrola!" – gritó la actriz principal, Lila, una bella hada.
"No se preocupen, tengo el reloj mágico. Usemos su poder para organizarnos y dar una función inolvidable" – dijo Tito con confianza.
Con el reloj en sus manos, Tito pudo detener el torbellino y transformar el caos en un hermoso espectáculo. Las luces bailaban al compás de la música, y los colores brillaban como nunca antes. El público estalló en aplausos y risas, disfrutando de la obra más fantástica que habían visto.
Finalmente, la función terminó entre gritos de alegría y felicidad. Tito se sintió orgulloso por haber llegado a tiempo, y entendió que ser puntual no solo mejoraba su desempeño, sino que permitía compartir momentos mágicos con sus amigos y el público.
"Gracias a todos por ayudarme a aprender la importancia de la hora mágica. ¡Nunca más llegaré tarde!" – exclamó Tito, con una gran sonrisa.
A partir de entonces, Tito se convirtió en un actor querido y respetado en "El Fantástico Refugio", siempre dispuesto a hacer reír y soñar a todos, pero sobre todo, siempre puntual en cada función. Y así, en Sonrisas, aprendieron que a veces, las cosas más fantásticas ocurren cuando uno se organiza y respeta la hora mágica de la vida.
FIN.