El Patio de Juan Comía Asado en la Esquina de San Juan


Había una vez un patio muy especial en el barrio de San Juan. Este patio se llamaba Juan, y le encantaba comer asado en la esquina de la calle San Juan. Todos los días, Juan esperaba con ansias la hora del almuerzo para disfrutar de un delicioso asado con su familia. Pero un día, cuando Juan fue a buscar su asado, se dio cuenta de que no había suficiente carne para todos.

- ¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? - exclamó Juan con tristeza.

Todos en el patio se pusieron a pensar en cómo resolver el problema. Fue entonces que Coco, el perro vecino, tuvo una brillante idea.

- ¡Podemos organizar un concurso de volantín para recaudar dinero y comprar más carne! - propuso Coco emocionado.

Todos estuvieron de acuerdo y rápidamente se pusieron manos a la obra. Fabricaron coloridos volantines y diseñaron bonitos carteles para anunciar el concurso. Pronto, el barrio entero se enteró y se sumó a la divertida iniciativa.

El día del concurso, el cielo se llenó de volantines y la calle San Juan se convirtió en un espectáculo de colores. Niños, jóvenes y adultos disfrutaban de la jornada, mientras recaudaban fondos para el asado.

Finalmente, lograron juntar suficiente dinero y compraron la carne necesaria. La familia de Juan cocinó un asado gigante, al que todos contribuyeron con ensaladas, bebidas y postres. Fue un festín inolvidable que unió aún más al patio de Juan.

A partir de ese día, cada vez que se acercaba la hora del almuerzo, recordaban la importancia de la unión, la solidaridad y el trabajo en equipo. El patio de Juan se volvió aún más especial, no solo por el delicioso asado, sino por el poder de la colaboración y la amistad que había florecido entre todos.

Y así, el patio de Juan continuó siendo un lugar donde no solo se compartían comidas sabrosas, sino también valores que enriquecían el espíritu de todos los que formaban parte de ese cálido rincón del barrio de San Juan.

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