El patio trasero de Lucas



Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en una pequeña casa con su familia. Lucas era muy inquieto y siempre estaba buscando cosas nuevas para hacer.

Un día, mientras jugaba en el patio trasero de su casa, encontró un viejo balón de fútbol escondido entre unos arbustos. Lucas se emocionó mucho al ver el balón y decidió llevarlo a la cancha del barrio para jugar con sus amigos.

Corrió hacia allí con una sonrisa en su rostro, imaginando todos los goles que haría. Al llegar a la cancha, Lucas se dio cuenta de que algo extraño ocurría: todos sus amigos estaban tristes y desanimados. Al acercarse a ellos, escuchó sus voces apagadas y preocupadas.

- ¿Qué les pasa? - preguntó Lucas curioso. - Estamos tristes porque ya no podemos jugar más al fútbol - respondió Juanito, uno de los amigos de Lucas -.

El dueño de la cancha nos dijo que no podíamos usarla más. Lucas quedó sorprendido por la noticia. No entendía cómo alguien podría quitarles algo tan divertido como el fútbol. Pero en lugar de darse por vencido, decidió encontrar una solución.

- ¡No se preocupen! Yo tengo un balón nuevo y podemos jugar en mi patio trasero - exclamó Lucas emocionado. Sus amigos lo miraron con asombro e incredulidad. Nunca habían pensado en esa posibilidad antes.

- Pero tu patio es muy pequeño, no podríamos jugar cómodamente - dijo Martín preocupado. Lucas sonrió y les explicó su plan. Decidió pedirle ayuda a sus padres para ampliar el patio, convirtiendo una parte del jardín en una pequeña cancha de fútbol.

Los padres de Lucas escucharon atentamente su idea y decidieron apoyarlo. Juntos, trabajaron duro durante varios días para hacer realidad el sueño de Lucas. Redujeron el tamaño del jardín, plantaron césped y construyeron unas pequeñas porterías.

Cuando todo estuvo listo, Lucas invitó a sus amigos a jugar en su nueva cancha. Todos se sorprendieron al ver lo bonita que quedó y cómo aprovecharon cada espacio disponible.

A partir de ese día, el patio trasero de la casa de Lucas se convirtió en un lugar mágico donde los niños podían disfrutar del fútbol todos los días. Los vecinos también se sumaron al entusiasmo y comenzaron a organizar torneos entre las diferentes casas del barrio.

La noticia sobre la increíble canchita de Lucas llegó hasta los oídos del dueño original de la cancha del barrio. Al enterarse de lo que había logrado, decidió darles permiso nuevamente para usarla.

Lucas y sus amigos estaban muy felices por esta noticia, pero no querían abandonar su amada canchita en el patio trasero. Así que decidieron seguir utilizando ambos espacios para jugar al fútbol y compartir momentos divertidos juntos.

Esta historia nos enseña que nunca debemos rendirnos ante las dificultades y siempre podemos encontrar soluciones creativas para nuestros problemas. Además, nos muestra cómo la perseverancia y la colaboración pueden llevarnos más lejos de lo que imaginamos.

Y lo más importante, nos enseña que el tamaño no importa cuando se trata de disfrutar de algo que amamos. Desde aquel día, Lucas y sus amigos jugaron innumerables partidos en su pequeño patio trasero convertido en una cancha de ensueño.

Y cada vez que alguien les decía "no puedes", ellos respondían con una sonrisa y demostraban que sí podían hacerlo.

FIN.

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