El Patito de Amor
En un tranquilo lago rodeado de verdes juncos, vivía un patito llamado Pato. Los otros patitos de la charca siempre se reían de él porque, a diferencia de ellos, Pato no era muy bonito. Decían que era un patito feo. Cada vez que se miraba al agua, veía su reflejo y se preguntaba por qué era así. Pero había un secreto que Pato aún no conocía: cuando lo trataban con cariño, se transformaba en un hermoso cisne dorado.
Un día, mientras paseaba por la orilla del lago, se acercó una niña llamada Ana.
- Hola, patito - dijo Ana sonriendo -. ¡Qué lindo sos!
- ¡Yo no soy lindo! - respondió Pato con tristeza.
- ¿Por qué decís eso? - preguntó Ana, inquieta.
- Porque todos dicen que soy feo.
- Yo creo que sos especial. Quiero ser tu amiga - dijo Ana, acariciando su suave pluma.
En ese momento, algo mágico sucedió: las plumas de Pato comenzaron a brillar y, ante los ojos asombrados de Ana, ¡se convirtió en un cisne dorado!
- ¡Mirá qué hermoso te volviste! - exclamó Ana con alegría.
- ¡No lo puedo creer! - dijo el Cisne, sorprendido.
- ¡Eres espectacular!
Desde ese día, Ana visitaba cada tarde a su nuevo amigo. Juntos compartían historias y juegos, y cada vez que Ana le daba amor, Pato se transformaba en un hermoso cisne.
Sin embargo, no todos en la charca eran amables. Un día, un grupo de patitos molestos se acercó a él.
- ¡Mirá el patito feo! - se rieron los patitos.
- ¿Vas a quedarte así para siempre? - provocó uno de ellos.
Pato, triste, se encogió y, cuando se miró en el agua, su brillo comenzó a desvanecerse. De repente, se transformó de nuevo en un pato gris y desgarbado.
- ¿Ves? ¡Te dije que sos un pato horrible! - le gritó un patito del grupo.
Pero entonces, Ana apareció de nuevo.
- ¡Déjenlo en paz! - gritó, protegiendo a Pato.
- No tienen derecho a hacerle eso.
- ¿A vos qué te importa? - le respondieron.
- ¡Mucho! - respondió Ana con firmeza.
Con cada palabra de Ana, Pato comenzó a sentir un calor en su corazón. Las palabras de amor y defensa le permitieron volver a transformarse en el hermoso cisne dorado.
- ¡Mirá! - dijo Ana, deslumbrada, mientras el cisne se elevaba sobre el agua con gracia.
Los patitos se quedaron boquiabiertos.
- ¿Acaso Pato es un cisne? - murmuraron, sorprendidos.
- ¡Es un cisne! - afirmó Ana con orgullo.
Desde ese día, los patitos comenzaron a entender la importancia de tratar a los demás con amor y respeto. Pato demostró que todos, sin importar cómo se ven por fuera, pueden brillar con su verdadero ser cuando son tratados con cariño.
Así, Pato y Ana continuaron siendo amigos. Juntos demostraron que el amor puede cambiarlo todo y que todos merecen ser apreciados por lo que realmente son, incluso si a veces tienen que enfrentar momentos difíciles.
La historia del Patito de Amor se difundió entre los habitantes del lago, y cada día distinguían más la belleza en ser amable y aceptar a los demás tal como son.
Y así, con amor y amistad, continuaron viviendo en armonía, siempre recordando que, por muy feos que seamos en el exterior, la belleza de nuestro interior es lo que realmente importa.
FIN.