El Patito Feo en la Granja



Había una vez una mamá pato que vivía en una granja. En su nido, tenía cinco huevitos y un huevo grande. Un día, los cinco huevitos comenzaron a agrietarse. ¡Toc, toc, toc! Cinco lindos patitos amarillos salieron.

Luego, el huevo grande empezó a agrietarse. ¡Pum, pum, pum! Salio un patito grande y feo. Mientras crecían, los cinco patitos amarillos eran muy activos y curiosos. "¡Mamá, mamá, ¿qué hay más allá del granero?" - preguntaron los patitos.

Mamá Pata les contaba historias sobre el mundo y les enseñaba a nadar. Sin embargo, el patito grande y feo siempre se sentía excluido. Los demás patitos se burlaban de él e incluso los otros animales de la granja lo miraban con desdén.

Esto entristecía mucho al patito feo. Un día, alrededor del estanque, el patito feo conoció a un ganso mayor y sabio. "¿Por qué estás tan triste?" - preguntó el ganso.

El patito feo le contó sobre cómo se sentía diferente y no encajaba. El ganso lo miró con cariño y le dijo: "No te preocupes, pequeño. Al final, descubrirás que eres especial de una manera única. Tienes que tener paciencia." Con el consejo del ganso, el patito feo decidió seguir adelante.

Con el tiempo, los patitos amarillos crecieron y volaron, dejando al patito feo solo en la granja. Durante el invierno, el patito feo pasó mucho tiempo en soledad, contemplando el estanque congelado.

Una hermosa mañana de primavera, el patito feo se miró en el agua y no pudo creer lo que vio: se había transformado en un majestuoso cisne.

Ya no era feo ni grande, ¡era elegante y hermoso! Los demás animales de la granja lo admiraban y los patitos amarillos, que habían regresado, lo felicitaron maravillados. El patito feo comprendió que su diferencia era lo que lo hacía especial, y ahora sabía que siempre pertenecería a esa granja como un cisne.

Finalmente, entendió que su verdadera belleza estaba en su interior, en su valentía, paciencia y amor por la vida.

FIN.

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