El patito feo Mateo y la lección de autoestima
Había una vez en un tranquilo pueblo argentino, un patito llamado Mateo, que era diferente al resto de los patitos.
Su plumaje no era tan brillante y colorido como el de los demás, lo que de alguna manera lo hacía sentirse triste. Un día, mientras caminaba por el campo, escuchó unas risas provenientes de la casa de una niña llamada Sofía. Mateo se acercó para ver qué pasaba y se encontró con Sofía y sus amigas riéndose de él.
Esto lo entristeció mucho, pero decidió no rendirse y, en cambio, convertir esa difícil experiencia en una oportunidad para crecer. Mateo se dirigió al espejo del baño y, con valentía, comenzó a peinarse con su pico y a intentar diferentes peinados.
Al principio le costaba, pero con determinación y esfuerzo, logró peinarse de diferentes formas.
Esa misma tarde, durante otro paseo por el campo, las niñas volvieron a ver a Mateo, pero esta vez lo miraron con asombro y admiración al ver cómo se veía tan elegante y distinto. -¡Miren a Mateo! ¡Se ve genial! -exclamó Sofía, sorprendida.
Mateo se acercó a ellas con una gran sonrisa y les dijo: -¿Les gustó mi nuevo look? Sofía, sorprendida por la transformación de Mateo, le preguntó curiosa: -¡Sí! ¿Cómo lo lograste, Mateo? Tú nunca te habías peinado así. -Aprendí a peinarme sola.
Descubrí que cada uno es especial a su manera, y que solo necesitamos creer en nosotros mismos y esforzarnos para lograr lo que queremos.
A partir de ese día, Mateo se convirtió en el consejero de peinados del pueblo y ayudó a muchos animales a descubrir que su verdadera belleza estaba en su interior y en su forma de mostrarse al mundo. Y así, Mateo entendió que ser diferente era algo único y maravilloso. Aprendió a valorarse a sí mismo y a ayudar a los demás a hacer lo mismo.
FIN.