El patito feo y su amigo Elean



Había una vez, en un bonito estanque, un patito que no era como los demás. Tenía un plumaje deslucido y, por alguna razón, no se veía tan elegante como sus compañeros. Los otros patitos se burlaban de él, haciéndolo sentir triste y solitario. El patito feo anhelaba ser aceptado y amado, pero cada día que pasaba, su corazón se entristecía aún más.

Un día, mientras deambulaba cerca del estanque, el patito feo divisó a un niño llamado Elean. Este niño tenía una mirada amable y una sonrisa sincera que iluminaba su rostro. Elean se acercó al patito feo y, sin emitir juicio alguno, extendió su mano hacia él. El patito, sorprendido por la amabilidad del niño, decidió acercarse.

"Hola, pequeño patito. Veo que estás un poco triste. ¿Qué te parece si jugamos juntos?", propuso Elean con ternura. El patito feo, asombrado por la proposición, aceptó emocionado. Juntos pasaron horas jugando en el estanque, riendo y disfrutando de la compañía mutua. Elean compartió su comida con el patito feo, quien se sintió reconfortado y feliz por tener un amigo que lo comprendiera.

Con el tiempo, el patito feo y Elean se volvieron inseparables. La amistad entre ambos crecía cada día más fuerte, y el patito feo comenzó a darse cuenta de que no importaba cómo luciera por fuera, lo que realmente importaba era el afecto y el cariño que compartía con su amigo. Juntos exploraban el estanque, descubriendo las maravillas que este les ofrecía, y el patito feo ya no se sentía solo ni avergonzado.

Un día, mientras contemplaban las aguas del estanque, el patito feo se miró en ellas y descubrió algo sorprendente: su plumaje deslucido había desaparecido, revelando un hermoso y reluciente plumaje blanco. Se dio cuenta de que, en realidad, no era un patito, ¡sino un majestuoso cisne! Sus ojos se iluminaron de dicha al entender que su belleza estaba en su interior y que su verdadera naturaleza había surgido gracias al amor y la amistad de Elean.

El patito feo se transformó en un elegante cisne, y aunque su apariencia había cambiado, su corazón seguía siendo el mismo. Elean lo abrazó con alegría, emocionado al presenciar la maravillosa transformación de su amigo.

Desde entonces, el cisne y Elean continuaron siendo grandes amigos, extendiendo su amor y comprensión a todos los seres del estanque, enseñándoles que la verdadera belleza radica en el amor, la amistad y la aceptación mutua.

FIN.

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