El Patito José y su Gran Aventura
En un hermoso lago rodeado de árboles y flores, vivía un patito llamado José. Desde bebé, José se sintió diferente a los demás patitos. Mientras sus hermanos nadaban y jugaban, él soñaba con volar como los pájaros que veía en el cielo.
Un día, mientras José contemplaba a los pájaros desde la orilla, se cruzó con una sabia tortuga llamada Matilda.
"¿Por qué tan pensativo, pequeño patito?" - le preguntó Matilda.
"Desearía poder volar, como aquellos pájaros. Siento que no encajo aquí" - respondió José con tristeza.
Matilda sonrió y dijo: "Todo ser tiene su propio camino. Tal vez no vueles, pero seguro hay algo especial que puedes hacer. ¡Descúbrelo!"
José se sintió inspirado por las palabras de Matilda. Decidió que era hora de emprender una aventura. Se despidió de sus hermanos y partió hacia el bosque.
Mientras caminaba, José encontró a una mariposa llamada Lila, quien estaba atrapada en un arbusto.
"¡Ayuda! No puedo salir de aquí!" - gritó Lila.
"No te preocupes, ¡te ayudaré!" - dijo José. Con cuidado, movió las ramas y liberó a la mariposa.
"¡Gracias! Eres muy valiente, Patito José. ¿Por qué no sigues tu camino?" - le sugirió Lila.
José continuó su viaje, pero de pronto se encontró con un pequeño arroyo que no podía cruzar. Miró a su alrededor y vio a una rana intentando saltar de un lado al otro, pero no podía hacerlo.
"¡Hola! ¿Necesitas ayuda?" - le preguntó José.
"Sí, por favor. No puedo saltar tan lejos. Me gustaría llegar al otro lado, hay unos sapitos ahí que están haciendo una fiesta.." - respondió la rana.
"No te preocupes, yo puedo ayudarte a cruzar!" - propuso José. Usando su cuerpo, José formó una pequeña plataforma para que la rana pudiera saltar.
"¡Eres increíble!" - exclamó la rana, feliz.
Después de ayudarla, José pensó que quizás su talento estaba en ayudar a los demás. Con esa idea en la cabeza, siguió adelante.
Un poco más tarde, se encontró con un grupo de patitos que estaban asustados porque un pequeño gato estaba jugando cerca del agua.
"¿Qué les pasa?" - preguntó José al verlos tan nerviosos.
"¡Ese gato puede atraparnos! No podemos acercarnos al agua" - respondió uno de los patitos.
José miró al gato y, en ese momento, se le ocurrió un plan. "Voy a distraerlo!" - dijo con determinación. Se acercó al gato y empezó a graznar fuerte.
"¿Qué estás haciendo, pequeño patito?" - preguntó el gato, sorprendido.
"¡Soy el patito más rápido del lago! Ven a atraparme si puedes!" - desafió José, corriendo de lado a lado.
El gato, intrigado, siguió a José, olvidándose de los otros patitos. Mientras tanto, los patitos aprovecharon para escapar y volver al agua.
Cuando regresó, sus hermanos lo miraron con admiración.
"¡José, ¡eres un héroe!" - le dijeron.
José sonrió y, por primera vez, se sintió parte de su grupo. Había encontrado su propia manera de ayudar y ser valioso.
Esa tarde, mientras el sol se ponía, José se dio cuenta de que no necesitaba volar para ser especial. Era, sin duda, un patito diferente, pero eso lo hacía único. Y junto a sus amigos, siempre habría una nueva aventura esperando.
"Gracias, Matilda. ¡He encontrado mi camino!" - exclamó José al regresar al lago.
"Lo sabía, querido patito. A veces, la verdadera tarea es descubrir quién eres realmente" - respondió la sabia tortuga con una sonrisa.
Y así, José vivió feliz en el lago, ayudando siempre a los demás y disfrutando de la vida al máximo, mientras sus sueños seguían llevándolo a nuevas aventuras.
FIN.