El patito perdido y la plaza solidaria
Lena y su nonna Gaby se despertaron temprano una hermosa mañana de primavera. El sol brillaba en el cielo azul, y las flores estaban en plena floración.
Lena estaba emocionada porque había planeado un día especial con su nonna. "Nonna, ¿quieres venir a la plaza conmigo? Podemos llevar pan para darle de comer a los pajaritos", dijo Lena con una sonrisa. La nonna Gaby asintió emocionada.
"¡Claro que sí, mi amor! Me encantaría pasar tiempo contigo y ayudar a los pajaritos". Lena agarró el pan fresco que habían comprado en la panadería del barrio y se dirigieron juntas hacia la plaza. Al llegar, vieron muchos pájaros revoloteando alrededor de los árboles.
"¡Mira, Nonna! Hay tantos pájaros", exclamó Lena emocionada. Nonna Gaby abrió la bolsa de pan y comenzó a romperlo en pequeños pedazos. Los pájaros se acercaron rápidamente y empezaron a comer.
Lena estaba fascinada por cada uno de ellos: había gorriones saltarines, palomas elegantes y hasta un lindo petirrojo cantando una dulce melodía. Después de un rato alimentando a los pajaritos, Lena notó que algo llamaba su atención cerca del estanque de la plaza. Había un patito solitario nadando tristemente sin compañía.
"Nonna, ¿por qué ese patito está solo?", preguntó preocupada Lena. La nonna Gaby miró al patito y suspiró. "A veces, mi amor, algunos patitos se separan de sus familias o se pierden. Tal vez este pequeño necesita ayuda".
Lena miró a su nonna y supo que tenía que hacer algo para ayudar al patito. Se acercó con cuidado al borde del estanque y extendió su mano. "Ven, patito", dijo dulcemente Lena.
"No tengas miedo, estamos aquí para ayudarte". El patito nadó hacia Lena y ella lo levantó con mucho cuidado en sus manos. Nonna Gaby sonrió orgullosa mientras el patito se acurrucaba felizmente en los brazos de Lena.
Decidieron llevarlo a casa y construirle un pequeño hogar donde pudiera estar seguro y protegido hasta encontrar a su familia. Mientras tanto, decidieron llamarlo Panchito por su valentía al acercarse a ellos sin temor alguno.
Con el pasar de los días, Panchito creció fuerte y sano bajo el cuidado amoroso de Lena y la nonna Gaby. Le daban comida especial para patitos bebés y jugaban con él en el jardín. Un día soleado, cuando Panchito ya estaba más grande, escucharon un ruido proveniente del estanque cercano.
Era una mamá pata buscando desesperadamente a su cría perdida. Lena rápidamente llevó a Panchito hacia la orilla del estanque mientras Nonna Gaby llamaba a la mamá pata con entusiasmo.
La mamá pata reconoció inmediatamente a su bebé perdido entre los brazos de Lena. Con lágrimas de alegría en sus ojos, nadó rápidamente hacia Panchito y lo abrazó con sus alas. "¡Gracias por cuidar de mi bebé!", dijo la mamá pata emocionada.
Lena y Nonna Gaby estaban felices de haber ayudado a reunir a esta hermosa familia. Se despidieron de Panchito con lágrimas en los ojos, sabiendo que habían hecho una gran diferencia en su vida.
De regreso a casa, Lena y la nonna Gaby se sentaron en el jardín para tomar el té. Hablaban sobre su aventura en la plaza y cómo se sintieron al ver a Panchito reunido con su familia.
"Nonna, ¿por qué es importante ayudar a los demás?", preguntó Lena curiosa. La nonna Gaby sonrió mientras sostenía la taza de té caliente entre sus manos. "Ayudar a los demás nos hace sentir bien por dentro, mi amor. Cuando damos amor y compasión, hacemos del mundo un lugar mejor".
Lena asintió con una sonrisa radiante en su rostro. Ese día aprendió una valiosa lección: que incluso las acciones más pequeñas pueden tener un impacto significativo en la vida de otros seres vivos.
Desde ese día, Lena y la nonna Gaby siguieron visitando la plaza regularmente para alimentar a los pajaritos y disfrutar del tiempo juntas.
Cada vez que veían un patito nadando felizmente junto a su familia, recordaban con cariño la historia de Panchito y cómo habían sido parte de esa maravillosa aventura.
FIN.