El Patito y su Robot Amigo
Había una vez en un bosque muy lejano donde vivían muchos animales de toda clase. Entre ellos había un patito muy pequeño llamado Pipo. Pipo era un patito especial, pero se había quedado solo, sin mamá ni papá. Era un poco tímido, y a menudo se sentía triste porque no tenía a nadie con quien jugar.
Un día, mientras nadaba en un charquito, un zorro astuto llamado Zuko lo vio.
"¡Qué delicia! Un patito solitario, perfecto para mi almuerzo!"- pensó el zorro, lamiéndose los labios.
Pipo, sintiendo el peligro, empezó a nadar frenéticamente. Pero no fue suficiente, porque Zuko se acercaba rápidamente. Justo cuando parecía que Zuko iba a atraparlo, apareció un robot brillante y amistoso llamado Robi. Robi era un robot protector, creado para ayudar a los más vulnerables en el bosque.
"¡Alto ahí!"- gritó Robi con su voz metálica.
Zuko se detuvo, sorprendido de ver al robot.
"¿Y quién eres tú para interrumpir mi almuerzo?"- preguntó el zorro, con desprecio.
"Soy Robi, el guardián del bosque. No dejaré que te lleves a Pipo. ¡Es un amigo!"- respondió el robot, plantando sus pies firmemente en el suelo.
El zorro, al ver que Robi era más grande y fuerte, decidió retirarse, aunque no sin antes hacer una advertencia.
"Esto no se ha terminado, robot. Siempre que haya un patito solitario, yo buscaré la manera de atraparlo."- dijo Zuko, desapareciendo entre los arbustos.
Pipo, temblando de miedo, se acercó a Robi.
"Gracias por ayudarme. No sé qué habría sido de mí sin ti."- dijo el patito, mirando al robot con admiración.
"No te preocupes, Pipo. Ahora yo seré tu protector y amigo. Vamos, hay mucho que explorar en este bello bosque."- respondió Robi con una sonrisa brillante.
Así, Pipo y Robi comenzaron una hermosa amistad. Juntos exploraron cada rincón del bosque, desde los arroyos burbujeantes hasta las colinas verdes. Robi enseñó a Pipo muchas cosas: a ser valiente, a encontrar comida, y a hacer nuevos amigos entre los otros animales.
Un día, mientras paseaban, Pipo vio una comunidad de patitos jugando.
"¡Oh, mira, Robi! Son patitos como yo, ¡quiero unirme!"- exclamó emocionado.
Pero en el fondo, Pipo tenía miedo de que no lo aceptaran porque era diferente. Robi lo animó.
"Eres único, Pipo. La amistad no se basa en ser igual, sino en ser uno mismo"- dijo Robi con su voz suave.
Con mucho valor, Pipo se acercó a los otros patitos y, tras un rato de duda, se presentó:
"Hola, soy Pipo y me gustaría jugar con ustedes."-
Los patitos lo miraron un momento, pero luego, una de ellos sonrió y dijo:
"¡Claro, Pipo! ¡Bienvenido!"- y pronto todos estaban jugando y zambulléndose juntos en el agua, riendo y disfrutando del sol.
Sin embargo, Zuko no se lo iba a dejar pasar tan fácil. Un día, mientras Pipo jugaba con los otros patitos, el zorro apareció de nuevo.
"¡Ahora sí, patito! ¡Tú no podrás escapar esta vez!"- gritó Zuko, lanzándose hacia ellos.
Pipo, aunque asustado, recordó lo que Robi le había enseñado, así que corrió hacia el robot.
"¡Robi! ¡Ayúdame!"- gritó Pipo, mientras el zorro se acercaba.
Robi, viendo el peligro, rápidamente se interpuso.
"¡No te atrevas a tocar a Pipo!"- afirmó el robot con firmeza, elevando sus brazos protectores.
"¡Eres solo un robot! No puedes hacerme nada!"- contestó Zuko, burlándose.
Pero Robi no se dejó intimidar.
"Puede que seas ágil, Zuko, pero la amistad es más fuerte que la astucia. ¡Ahora, aléjate!"- grito Robi, quien comenzó a hacer un pequeño ruido eléctrico y empezó a brillar.
El ruído fue tan inesperado que el zorro, asustado, dio media vuelta y salió corriendo.
"¡Esto no termina aquí!"- chilló mientras se alejaba.
Desde ese día, Zuko nunca más se atrevió a molestar a Pipo. Robi se convirtió en el héroe del bosque y, además, en el mejor amigo del patito.
Pipo aprendió que no importa lo pequeño que uno sea, siempre puede encontrar la fuerza dentro de sí mismo y con la ayuda de los amigos.#
Él y Robi se convirtieron en una gran pareja, siempre explorando juntos. Pipo ya no se sentía solo, y cada día era una nueva aventura.
Y así, gracias a Robi, el patito pequeño descubrió que en este vasto bosque siempre habría lugar para la amistad y el amor, y que no tenía que tener miedo, porque nunca más estaría solo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.