El pato arcoíris y el oso soñador



En un valle mágico, donde los árboles susurraban y las flores bailaban con el viento, vivía un pato arcoíris llamado Pepi. Pepi no era un pato común; su plumaje brillaba con todos los colores del arcoíris, y siempre estaba feliz. Pasaba sus días nadando en el lago y jugando con sus amigos, pero había algo que Pepi siempre había deseado: ¡hacer realidad su sueño de volar por encima de las nubes!

Un día, mientras Pepi se asoleaba en la orilla del lago, conoció a un oso llamado Tobi. Tobi era un oso grande y animal, pero lo que más destacaba era su curiosidad. Él pasaba sus días explorando el bosque y soñando con aventuras.

"Hola, Pepi. Tu plumaje es hermoso. ¿Alguna vez has pensado en volar alto en el cielo?" - preguntó Tobi, mientras miraba al pato con admiración.

"¡Hola, Tobi! Sí, siempre he querido volar, pero no sé cómo hacerlo. Los patos vuelan, pero yo soy diferente..." - respondió Pepi un poco desilusionado.

"No eres diferente, ¡solo eres tú mismo! Quizás podamos encontrar una forma de volar juntos." - dijo Tobi con entusiasmo.

Pepi se sintió esperanzado. Después de deliberar, decidieron construir algo que les ayudara a elevarse. En los días siguientes, recolectaron ramas, hojas y cualquier cosa que pudiera volar. Tobi trajo una gran tela que había encontrado en su exploraciones. Juntos, comenzaron a armar una especie de cometa.

"¿Pero esto volará realmente?" - preguntó Pepi, dudando del plan.

"¡Claro que sí! Solo necesitamos esperar un día con mucho viento, eso hará que nuestra creación se eleve. ¡Confía en mí!" - sonrió Tobi.

Finalmente, llegó el día perfecto. Los dos amigos llevaron su cometa al campo y pusieron todo en su lugar. Tobi sostenía uno de los extremos mientras Pepi miraba al cielo, un tanto nervioso pero lleno de ilusión.

Cuando sopló el viento, Tobi corrió y soltó el extremo, y la cometa comenzó a elevarse sorprendiendo a ambos.

"¡Mirá, Pepi! ¡Está volando!" - gritó Tobi con alegría.

"¡Increíble! ¡Estamos volando juntos!" - exclamó Pepi, sintiendo una emoción nunca antes experimentada.

Pero cuando todo parecía ir bien, una ráfaga de viento extremadamente fuerte levantó la cometa aún más alto, ¡hasta que Pepi comenzó a flotar! Tobi, sorprendido, lo miró.

"¡Pepi, estás volando! ¡No te sueltes!" - gritó Tobi, tratando de ayudar a su amigo.

"¡No puedo, Tobi! ¡Estoy volando de verdad!" - respondió Pepi con mezcla de alegría y miedo, mientras se elevaba por encima de los árboles.

A medida que alcanzaba nuevas alturas, Pepi admiró el paisaje desde lo alto. Las montañas parecían pequeñas y los ríos serpenteaban como brillantes serpentinas. Pero al mismo tiempo, comenzó a sentir un poco de miedo.

"¡Tobi, quiero bajar!" - chilló Pepi, su corazón latiendo rápido.

"¡Mantén la calma, Pepi! ¡Voy a encontrar la forma de traerte de vuelta!" - Tobi le respondió, aferrándose a la parte inferior de la cometa.

Con esfuerzo y mucha valentía, Tobi corrió y corrió, hasta que el viento comenzó a disminuir. Pepi, muy despacio, comenzó a descender. Finalmente, tocó el suelo un poco tembloroso, pero lleno de alegría.

"¡Lo lograste, Pepi! ¡Volaste! ¿Cómo te sentiste?" - le preguntó Tobi, que se acercaba con una sonrisa.

"Fue increíble, pero también muy aterrador. Pero aprendí que a veces los sueños pueden ser más grandes de lo que esperamos, y hay que saber cómo manejarlos." - reflexionó Pepi.

Tobi asintió, brillando de orgullo por su amigo.

"Tal vez no necesitemos volar cada vez, Pepi. Las mejores aventuras son las que compartimos juntos, ya sea volando alto o explorando el bosque. Lo importante es soñar, ¡y también confiar en los demás!" - dijo Tobi.

Desde ese día, el pato arcoíris y el oso soñador siguieron disfrutando de muchas aventuras, aprendiendo siempre algo nuevo sobre la amistad y la confianza. Ginie el árbol, que observó todo desde lejos, les sonrió, ya que sabía que los sueños siempre han de tener un equilibro, que a veces, el verdadero vuelo se encuentra en compartir y disfrutar de los momentos juntos, sea con los pies en la tierra o sobre el cielo.

Y así, cada mañana, Pepi y Tobi buscaban nuevos sueños, juntos, creando su propia historia llena de color y alegría.

FIN.

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