El Pato Feliz y la Aventura en el Lago



En un hermoso día soleado, Clara, una niña curiosa y llena de energía, decidió ir a explorar el lago que estaba cerca de su casa. Este lago era conocido por sus aguas cristalinas y, especialmente, por un pato muy particular que vivía allí. El pato, llamado Pepo, tenía plumas de varios colores y siempre llevaba una sonrisa en su pico.

Cuando Clara llegó al lago, fue recibida por el canto melodioso de las aves y el suave murmullo del agua. Se acercó a la orilla y, al ver a Pepo nadando alegremente, no pudo evitar sonreír.

"¡Hola, Pato!" - gritó Clara.

Pepo levantó la cabeza y, con una expresión amigable, respondió:

"¡Hola, Clara! ¿Qué te trae por aquí en este lindo día?"

"Vine a explorar y a disfrutar de la naturaleza. ¡Me encanta este lugar!" - dijo Clara mientras se acomodaba en la orilla.

"A mí también me encanta. Cada día encuentro algo nuevo y emocionante para compartir. ¿Te gustaría acompañarme en una aventura?" - preguntó Pepo.

Clara, emocionada, asintió con la cabeza. Así que, Pepo y Clara comenzaron su aventura alrededor del lago. Pepo mostró a Clara los juncos donde vivían las ranas, las piedras que formaban pequeños islotes y los árboles que daban sombra a los pequeños animales del lugar.

"Mira, ahí hay una familia de patitos que están aprendiendo a nadar. ¡Son tan tiernos!" - exclamó Clara.

Pepo sonrió aún más al ver la emoción de Clara.

"Sí, cada patito tiene su propio ritmo. Al principio todos sienten un poco de miedo, pero con la práctica, se vuelven muy buenos nadadores. ¿Quieres intentarlo tú también?" - sugirió el pato.

Clara sintió un cosquilleo en su pancita. Nunca había nadado en el lago.

"Pero, no sé nadar como ellos..." - respondió tímidamente.

"No te preocupes. Te enseñaré. Solo tienes que confiar en ti misma y dar el primer paso. ¡Vamos! Se comienza con un chapuzón!" - animó Pepo.

Clara, aunque asustada, decidió dejar a un lado su miedo. Se quitó los zapatos y, con un profundo suspiro, se metió al agua. Pepo la guió con sus suaves movimientos, y poco a poco Clara se fue sintiendo más cómoda.

"¡Mirá! ¡Estoy flotando!" - gritó Clara, llena de alegría.

"¡Eso es! Cada vez que te sientas insegura, recuerda que es normal tener miedo al principio. Lo importante es intentarlo y no rendirse", dijo Pepo.

Mientras jugaban en el agua, Clara comprendió que cada pequeño paso la acercaba más a vencer su miedo. Después de un rato, Clara y Pepo decidieron hacer una pausa y se acomodaron sobre un tronco en la orilla del lago.

"Gracias, Pepo. Hoy aprendí que a veces el miedo puede ser solo un obstáculo. Si nos atrevemos a superarlo, podemos descubrir cosas maravillosas" - reflexionó Clara.

"Exactamente, Clara. Siempre habrá nuevos desafíos, pero recuerda que tienes en ti la fuerza para superarlos. Solo debes creer en ti misma" – dijo Pepo con una sonrisa.

El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de naranjas y rosas. Clara sabía que era hora de volver a casa, pero sus ojos brillaban.

"¿Puedo volver a visitarte mañana, Pepo?" - preguntó Clara.

"Por supuesto, Clara. Siempre estoy aquí para compartir nuevas aventuras contigo" - respondió Pepo.

Con el corazón contento y la lección aprendida, Clara se despidió de Pepo y se marchó, llena de alegría y con muchas ganas de regresar al lago al día siguiente. En su corazón, llevó consigo la certeza de que, con un poco de valentía y la ayuda de un amigo, ninguna aventura estaba fuera de su alcance.

FIN.

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