El pato mágico de Donna
Había una vez, en un hermoso pueblo costero de Argentina, una niña llamada Donna. Donna era una niña muy curiosa y aventurera que siempre estaba buscando nuevas emociones y experiencias.
Un día, mientras paseaba por la playa, encontró una silla de madera abandonada cerca del río. Donna se acercó a la silla y notó que tenía tallado un dibujo de un pato en el respaldo. Le pareció tan interesante que decidió llevársela a casa.
Con mucha energía, Donna cargó la silla en sus hombros y comenzó a caminar hacia su hogar. Al llegar a casa, Donna le dio a la silla un lugar especial en su habitación.
Cada noche antes de dormir, ella se sentaba en esa silla y soñaba con aventuras emocionantes junto al pato del dibujo. Un día soleado, mientras jugaba en el jardín trasero con sus amigos, Donna escuchó un ruido proveniente del interior de la casa.
Corrió rápidamente hacia adentro para ver qué era lo que había pasado. Para su sorpresa, vio al pato del dibujo cobrar vida frente a sus ojos.
El pato hablador dijo: "¡Hola Donna! Soy Río Pato y estoy aquí para llevarte en una gran aventura". Los ojos de Donna se iluminaron de emoción mientras asentía con entusiasmo. Río Pato explicó que había sido encantado hace muchos años por una bruja malvada y necesitaba encontrar ciertos objetos mágicos para romper el hechizo.
La primera misión era encontrar una estrella brillante que solo aparecía en la playa durante la noche de luna llena. Donna y Río Pato se embarcaron en su primera aventura.
Caminaron por la playa, buscando pistas y siguiendo las indicaciones del pato sabio. Después de mucho buscar, encontraron una cueva escondida detrás de unas rocas. Al entrar a la cueva, Donna vio un brillo mágico proveniente del techo. Era la estrella brillante que habían estado buscando.
Con cuidado, Donna tomó la estrella con sus manos temblorosas y sintió cómo su energía mágica fluía a través de ella.
De repente, un fuerte viento comenzó a soplar dentro de la cueva y el hechizo que mantenía al pato encantado se rompió. Río Pato volvió a ser solo un dibujo tallado en la silla. Donna regresó a casa emocionada con su preciado tesoro mágico.
Cada noche antes de dormir, se sentaba en su silla junto al dibujo del pato y le contaba todas las aventuras increíbles que había vivido gracias a él. A medida que pasaban los años, Donna siguió explorando el mundo con valentía e imaginación.
La silla fue testigo de todas sus historias fascinantes y siempre estuvo allí para recordarle lo importante que es creer en uno mismo y nunca dejar de soñar.
Y así, Donna aprendió que no importa qué tan pequeño o insignificante pueda parecer algo como una silla abandonada cerca del río; puede convertirse en el inicio de las aventuras más maravillosas si tienes el coraje de creer. Fin.
FIN.