El Pato y la Gallina Aventureros



Había una vez en un pintoresco granjita, un pato llamado Pato y una gallina llamada Gali. Pato era curioso y siempre quería explorar más allá del corral, mientras que Gali prefería estar en el nido, disfrutando de su tranquilidad.

Un día, mientras Pato chapoteaba en el charco, le dijo a Gali:

"¡Gali! ¡Te invito a que vengas conmigo a explorar el bosque! Se dice que hay un árbol gigante con frutas de colores que nunca hemos visto!"

Gali, acomodándose en su nido, respondió:

"Oh, Pato. El bosque puede ser peligroso. Yo estoy cómoda aquí. Además, ¿para qué ir tan lejos?"

Pero Pato no se rindió.

"¡Ven! Solo será un pequeño paseo. ¡Imagina las aventuras que podremos tener!"

Gali miró el cielo azul y, aunque le daba un poco de miedo, la curiosidad la ganó.

"Está bien, Pato. ¡Vamos!"

Los dos amigos partieron hacia el bosque. Al principio todo era hermoso y tranquilo, y Pato salía a chapotear en pequeños charcos. Pero de repente, escucharon un crujido detrás de ellos.

"¿Qué fue eso?" preguntó Gali, sus plumas temblando.

"No te preocupes, solo fue el viento", respondió Pato, aunque también sentía un pequeño escalofrío.

Siguieron adentrándose en el bosque hasta que encontraron el árbol gigante. Era alto y sus ramas parecían tocar el cielo.

"¡Mirá esas frutas!" exclamó Pato.

"Son hermosas, pero ¿cómo llegamos a ellas?"

"¡Yo puedo trepar!" aseguró Pato.

Pato comenzó a escalar, pero al llegar a la primera rama, notó que estaba bastante resbalosa.

"Uh oh. Parece que no puedo bajar" dijo Pato, sintiéndose un poco asustado.

Gali, viendo la dificultad de su amigo, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados.

"¡Pato, voy a ayudarte!" gritó.

Gali buscó un palo largo y, mientras Pato trataba de mantenerse en equilibrio, le extendió el palo.

"¡Agárrate de esto!"

Pato tomó el palo y se sintió mucho más seguro al tener ayuda. Con calma, logró bajar hasta el suelo.

"¡Eres muy valiente, Gali! No sé qué habría hecho sin ti" dijo Pato, agradecido.

Ambos se rieron y se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, juntos eran un gran equipo.

"¿Sabes qué, Gali? Tal vez deberíamos seguir explorando juntos más a menudo. ¡Todo es mejor en compañía!"

"¡Sí! ¡Prometamos siempre ayudarnos, sin importar las aventuras!"

Así, Pato y Gali volvieron a casa felices, habiendo vivido una gran aventura y aprendido el valor de la amistad y la colaboración.

FIN.

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