El Pavo de los Colores



En un hermoso bosque lleno de árboles y flores, vivía un pavo llamado Pablo. Pablo no era un pavo cualquiera; tenía plumas de colores vibrantes: rojo, azul, verde y amarillo. Cada vez que caminaba por el bosque, sus plumas brillaban como si fueran un arcoíris. Sin embargo, los otros animales del bosque no lo veían con buenos ojos.

Un día, mientras Pablo caminaba por el sendero, se encontró con una gallina llamada Clara. Ella lo miró con desdén y dijo:

"¡Mirá a ese pavo! ¿Por qué tiene que ser tan colorido?"

"No puedo ayudarlo, Clara. Son solo mis plumas", contestó Pablo con una sonrisa.

Más adelante, se encontró con un grupo de conejitos que estaban jugando. Cuando lo vieron, se detuvieron y comenzaron a reírse.

"¡Miren, ahí viene el pavo de colores! ¡Es un payaso!" gritó uno de los conejitos.

Pablo sintió que su corazón se rompía un poco, pero decidió no dejar que eso lo afectara.

"No soy un payaso, soy Pablo y me gustan mis plumas", respondió, tratando de mantener la cabeza en alto.

A medida que pasaban los días, Pablo se sentía cada vez más triste por las burlas. Un día, decidió ir a hablar con su amigo, el sabio búho, Don Búho.

"Don Búho, estoy cansado de que todos se rían de mí por mis plumas. No sé qué hacer.

"Pablo, a veces lo que nos hace diferentes es también lo que nos hace especiales. No debes dejar que los demás te digan cómo ser", le aconsejó Don Búho.

Inspirado por las palabras de su amigo, Pablo decidió hacer algo especial.

El siguiente fin de semana, organizó una gran fiesta en el bosque y decidió invitar a todos los animales. Con su entusiasmo, decoró el lugar con flores y colores que combinaban con sus plumas brillantes.

El día de la fiesta, aunque algunos animales llegaron con dudas, al ver la alegría de Pablo y el ambiente festivo, comenzaron a participar. Pablo organizó juegos, bailes y hasta una competencia de disfraces en la que todos podían usar plumas de colores.

Los conejitos fueron los primeros en participar en el baile y, al ver a Pablo tan feliz y alegre, se sintieron inspirados. Uno de ellos, llamado Tito, dijo:

"¡Esto es más divertido de lo que pensaba! Pablo, tus plumas son geniales.

"Gracias, Tito. Todos somos diferentes, pero eso nos hace especiales", respondió Pablo mientras giraba con gracia.

Al final de la fiesta, todos los animales aplaudieron y se acercaron a Pablo.

"Perdón, Pablo. Nos dimos cuenta de que tus plumas son hermosas, y nos alegraste el día", comentó Clara.

"Sí, gracias por organizarnos esta fiesta. Fue increíble", añadió otro conejito.

Pablo sonrió ampliamente. Se sentía feliz porque finalmente sus amigos habían visto la belleza en su diferencia.

Desde ese día, el bosque nunca fue el mismo. Los animales aprendieron a celebrar sus diferencias y se unieron en una gran amistad. Pablo entendió que, aunque el camino puede ser difícil, siempre vale la pena ser uno mismo, y que la verdadera belleza reside en la aceptación y la diversidad.

Y así, el pavo de colores se convirtió en el símbolo del bosque, recordando a todos que la diversidad es lo que hace al mundo tan especial.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!