El Payaso Amigo de Halloween



Era una noche de Halloween en el pequeño pueblo de La Alegría. Los niños llevaban disfraces de brujas, fantasmas y personajes fantásticos. Estaban ansiosos por salir de casa, llenos de emoción por el 'truco o trato'. Pero en medio de la diversión, había un rumor que inquietaba a algunos: el legendario payaso terrorífico que aparecía en la noche de Halloween.

Un grupo de amigos, formado por Tomás, Ana y Lucas, decidió aventurarse a buscar al payaso. "¡Vamos! No puede ser tan aterrador como dicen. Solo son cuentos!" dijo Tomás, entusiasmado. "Pero si nos asusta, ¿qué hacemos?" preguntó Ana, con un poco de miedo. "Lo enfrentamos juntos, ¡no hay nada que temer!" respondió Lucas, animando a sus amigos.

Mientras buscaban al payaso, comenzaron a oír risas y sonidos extraños que parecían venir de un callejón oscuro. "¿Escucharon eso?" preguntó Ana con un temblor en su voz. "Sí, pero debemos ser valientes!" dijo Tomás, asomándose al callejón.

Cuando llegaron al final del callejón, se encontraron con un enorme globo gigante de colores.

"¡Sorpresa!" gritaron varios niños, lanzando serpentinas al aire. En el centro, un payaso sonriente apareció de detrás del globo. "¡Hola, pequeños amigos! Soy Payasito Ché! Estoy aquí para alegrar su Halloween, no para asustarlos."

Los niños estaban sorprendidos. "¿No eres el payaso aterrador?" preguntó Lucas con la voz temblorosa. "¡Para nada! Soy el payaso de la alegría. Y cada Halloween, me gusta hacer una fiesta especial para todos ustedes. ¡Vengan a jugar conmigo!" dijo Ché, mientras hacía malabares con unas pelotas de colores.

Los niños se miraron entre sí, un poco escépticos, pero decidieron darle una oportunidad. "Bueno, ¿qué tipo de juegos tenemos aquí?" preguntó Ana con curiosidad.

Payasito Ché sonrió aún más. "¡Juegos de aventuras, una búsqueda del tesoro y muchos dulces!"

Entonces, los invitó a unirse al grupo de niños que ya estaban disfrutando. La alegría era contagiosa. Jugaron a esconderse y a encontrar cosas. Encontraron pistas que los llevaban a dulces escondidos y sorpresas divertidas en cada rincón.

"¡Esto es genial!" dijo Tomás, riendo mientras corría tras Ana. "¿Vieron? No hay nada de terror aquí!"

La noche continuó llena de juegos, risas y sonrisas. Cuando llegó la hora de irse, los niños se despidieron de Payasito Ché, quien les regaló un globo de cada color como recuerdo.

"Gracias, Ché! Fue la mejor noche de Halloween de todas!" gritaron a coro. "Recuerden, la alegría siempre vence el miedo. ¡Feliz Halloween para todos!" respondió, mientras se alejaba con su carro lleno de globos.

A partir de esa noche, el pueblo de La Alegría nunca más tuvo miedo del payaso. Al contrario, lo esperaban cada Halloween con ansias, sabiendo que siempre traería risas y buenos momentos. La valentía de enfrentar el miedo ayudó a los niños a descubrir la verdadera magia de Halloween, que no es sobre sustos, sino sobre la amistad y la alegría de compartir momentos con los demás.

Y así, ese Halloween se transformó en un recuerdo inolvidable, lleno de risas y aprendizajes.

El End.

FIN.

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