El Payaso de los Globos



Érase una vez en un pequeño pueblo, vivía un payaso amistoso llamado Pepito. Pepito era conocido por su gran corazón y su amor por hacer reír a los demás.

Todos los días, se ponía su brillante traje de colores y salía a las calles con su caja llena de globos de todos los tamaños y colores. Algunos de esos globos los vendía a los niños que pasaban, pero siempre guardaba algunos especiales para regalarlos.

"¡Hola, niños! ¿Quieren un globo bien grande y colorido hoy?" - les preguntaba Pepito con una gran sonrisa. Los niños se acercaban emocionados y elegían sus globos favoritos. Pero lo que más les gustaba era cuando Pepito les regalaba un globo sorpresa.

"¡Wow! ¡Gracias, Pepito!" - decían los niños, felices y contentos. La gente del pueblo también se alegraba al ver la felicidad que Pepito les brindaba a los niños.

Sin embargo, un día, un hombre gruñón llamado Don Gorgonio comenzó a quejarse de que Pepito estaba causando demasiado alboroto con sus globos. "¡No quiero a tu alboroto por aquí, payaso!" - gritaba Don Gorgonio. Pepito se sintió triste al escuchar los comentarios de Don Gorgonio, pero en lugar de pelear, decidió hacer algo especial.

Con la ayuda de los niños, organizó un espectáculo de globos en el parque. Crearon arcos y figuras impresionantes con los globos, atrayendo a toda la gente del pueblo.

Don Gorgonio, al ver la maravilla de colores en el parque, no pudo evitar sonreír. Desde ese día, Pepito no solo vendía globos, también enseñaba a los niños a hacer figuras con globos.

Y así, el espíritu alegre de Pepito se extendió por todo el pueblo, llenando a todos con amor y alegría.

FIN.

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