El Payaso que Quería Ser Profesor
Érase una vez un payaso llamado Risi. Risi era muy feliz haciendo reír a la gente con sus payasadas, su nariz roja y su gran sonrisa. Sin embargo, un día, mientras estaba en el parque, escuchó a dos niños hablando sobre lo importante que era aprender en la escuela.
"Yo quiero ser profesor y enseñar a todos", dijo uno de los niños.
"¿De verdad? ¡Eso suena genial!", respondió el otro.
Risi, que siempre había soñado con ser un gran maestro, tuvo una idea. "Si dejo de hacer reír y me convierto en profesor, podré ayudar a muchos niños a aprender!", pensó. Así que decidió dejar de lado sus circo y su alegría y se puso una corbata y una pizarra.
Al principio, Risi fue a la escuela y empezó a dar clases, pero él no era como los otros profesores. No podía dejar de hacer chistes y los niños solo querían reírse en lugar de aprender. A pesar de sus buenos intentos, las clases no eran efectivas.
"Risi, ¡esto es un desastre!", le dijo su amiga la elefante Nina, que solía ser su compañera de circo. "Los chicos no están aprendiendo nada y se nota que los extrañan a vos y a tus payasadas."
Risi se sintió confuso. Empezó a ver a la gente triste y preocupada. La falta de risas y diversión en el pueblo había cambiado todo. La gente no sonreía, los niños no jugaban y se sentía un aire de tristeza. Fue entonces que Risi miró a su alrededor y vio que el mundo estaba en un caos.
"¿Qué está pasando, Nina? ¿Por qué todos lucen tan tristes?"
"La alegría, Risi. Te has olvidado de que la risa y la diversión son tan importantes como aprender. Todos nos extrañan y necesitan tu alegría para ser felices."
Risi reflexionó sobre eso y se dio cuenta de que había hecho lo correcto al querer ayudar, pero había olvidado una parte importante de su vida: ¡la alegría! Decidió que debía encontrar un equilibrio. Así que Despertó el payaso que había dentro de él y pensó en cómo podría combinar sus dos pasiones: la enseñanza y la risa.
Un día decidió organizar una gran fiesta en la plaza del pueblo y, con la ayuda de Nina y todos sus amigos del circo, invitaron a todos a participar.
"¡Vengan a la gran clase de risa!", anunció Risi emocionado. "Aprenderemos y nos divertiremos juntos!"
Los niños y adultos se acercaron curiosos y, al ver a Risi vestido con su colorido atuendo, se llenaron de alegría. Comenzaron las actividades: juegos educacionales, cuentos divertidos y muchas risas.
"¡Vamos a aprender matemáticas de una manera divertida!", dijo Risi mientras hacía malabares con pelotas.
"¿Cuántas pelotas hay?", preguntó con una sonrisa.
El pueblo comenzó a reír, a jugar y a aprender al mismo tiempo. La felicidad volvió a los rostros de todos y, con cada risa, Risi sentía que estaba haciendo lo correcto. Todo lo que había aprendido como payaso le estaba sirviendo para ser un estupendo profesor también.
Desde entonces, Risi no dejó de ser el payaso que llenaba de alegría el pueblo ni dejó de enseñar. Comprendió que tanto la risa como el aprendizaje son importantes y que podía ser lo mejor de los dos mundos.
"¡La alegría es buena para todos y nos ayuda a aprender mejor!" dijo Risi mientras saltaba y hacía una pirueta.
Y así, Risi vivió feliz, combinando su amor por la enseñanza con su deseo de hacer reír. Y en el pueblo nunca volvió a faltar la alegría.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.