El pellizco del cangrejo


Luna estaba emocionada por pasar un día en la playa con su mamá. Habían preparado todo lo necesario para disfrutar de un día lleno de sol y diversión.

Cuando llegaron a la playa, Luna corrió hacia el mar y comenzó a saltar las olas. Mientras tanto, su mamá se sentó en una silla de playa y sacó una cometa para armarla. -¡Mamá, mira cómo salto las olas! -exclamó Luna mientras se acercaba corriendo-.

¿Podemos jugar con la cometa ahora? -Claro que sí -respondió su mamá mientras terminaba de armarla-. Pero primero necesitamos encontrar un lugar despejado sin árboles ni cables eléctricos cerca. Luna asintió y juntos caminaron por la playa hasta encontrar el lugar perfecto.

Su mamá le explicó cómo sostener la cuerda de la cometa y cómo hacerla volar más alto. La cometa subió rápidamente al aire, bailando con el viento. Luna estaba fascinada viéndola moverse.

De repente, notaron algo extraño: había varios cangrejos pequeños arrastrándose por debajo de sus pies. -¡Mamá, mira los cangrejos! -dijo Luna emocionada-. ¡Son tan lindos! -Sí, son muy interesantes -respondió su mamá-. Pero también debemos tener cuidado porque pueden pellizcarnos si los tocamos incorrectamente.

Luna observó cautelosamente a los cangrejos mientras seguían jugando con la cometa. De repente, uno de ellos se acercó demasiado a ella y pellizcó su dedo. -¡Ay! -gritó Luna, sorprendida por el dolor-.

¿Qué hago ahora? -Solo debes lavar la herida con agua limpia y jabón -le explicó su mamá-. Después, pondremos un poco de crema para curarla. Luna hizo lo que le dijo su mamá y pronto se sintió mejor.

Continuaron jugando con la cometa y disfrutando del sol mientras aprendían más sobre los cangrejos y cómo cuidarse a sí mismos en la playa. Al final del día, Luna estaba agotada pero feliz.

Había aprendido mucho sobre la naturaleza y cómo cuidar su cuerpo mientras disfrutaba de las aventuras en la playa con su mamá.

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