El pequeño árbol que quería volar



Había una vez en un rincón muy especial del bosque, un pequeño árbol llamado Tico. Tico era un árbol joven y lleno de hojas verdes, pero había algo que lo hacía diferente a los demás árboles. Mientras sus amigos se sentían felices creciendo firmes y fuertes, Tico miraba al cielo con anhelo.

"¿Por qué no puedo volar como los pájaros?" - se preguntaba, mientras veía a sus amigos, los gorriones, girando y bailando en el aire.

Un día, una mariposa llamada Luna se posó en una de sus hojas.

"Hola, Tico. ¿Por qué lucís tan triste?" - le preguntó con su suave voz.

"Luna, quisiera ser como vos, quisiera poder volar" - respondió Tico, suspirando.

"Pero, querido Tico, ¡tú eres un árbol! Estás destinado a dar sombra, frutos y hogar a muchos animales. No todos tienen que volar para ser especiales" - le dijo la mariposa con una sonrisa.

Tico reflexionó sobre las palabras de Luna, pero su deseo por volar seguía ardiendo en su interior. Así que, al caer la noche, decidió buscar una solución. Se acercó al sabio viejo roble, que había visto pasar muchas estaciones.

"¿Sabes, abuelo Roble? Quiero volar como los pájaros. ¿Me podés ayudar?" - pidió Tico con esperanza.

"Tico, entiendo tu deseo, pero volar no es el destino de un árbol. Sin embargo, existe una manera en la que podrías sentir la libertad del viento" - respondió el roble.

El viejo árbol le sugirió que se uniera a los vientos de primavera.

"Cuando sople el viento fuerte, abre tus ramas y deja que te acaricie. Tu belleza puede ser vista desde lo alto, aunque no vueles" - le aconsejó.

Emocionado por esta nueva idea, Tico se preparó. Cuando llegó la primavera, un viento fuerte comenzó a soplar entre las copas de los árboles.

"¡Es el momento!" - gritó Tico.

Abrió sus ramas y dejó que el viento las meciere. Por un instante, se sintió ligero, como si estuviera en el cielo. Las hojas de Tico comenzaron a danzar en el aire, dejando caer sus semillas como si fueran estrellas. Los pájaros lo observaron sorprendido.

"¡Miren! ¡El pequeño árbol está bailando!" - exclamó uno de los gorriones.

Tico sonrió de felicidad mientras sentía la brisa en sus hojas. Aunque no volaba, sentía como si lo hiciera, y sus semillas también estaban viajando a nuevos lugares, llenos de posibilidades.

Pronto, las semillas germinaron en nuevos árboles, algunas fueron plantadas donde había tierra fértil y otras fueron llevadas lejos por el viento. Todos esos árboles crecerían y también darían hogar a pájaros y mariposas.

"Mirá, Tico. ¡Ahora hay más de vos!" - dijo Luna, que observaba a Tico crecer con nuevos árboles a su alrededor.

"Sí, y todos ellos encontrarán su propio camino" - respondió Tico, comprendiendo que, aunque no podía volar, traería vida y belleza al bosque.

Así, cada primavera, Tico esperaba ansioso el viento, no para volar, sino para sentirse libre al mecerse con sus hojas, sabiendo que su esencia también estaba en cada uno de esos nuevos árboles que crecían junto a él. Tenía un rol importante en el bosque, y un lugar privilegiado en el corazón de aquellos que lo rodeaban.

Y así, el pequeño árbol que quería volar aprendió que cada uno tiene su propia forma de ser especial. Su historia se convirtió en leyenda en el bosque, inspirando a otros a encontrar su lugar en el mundo, ¡sin importar si podían volar o no! .

Desde entonces, Tico vivió feliz, sabiendo que lo importante no era volar, sino ser quien realmente era y hacer el bien a su alrededor.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!