El Pequeño Astronauta
Era una noche tranquila en la ciudad, y Lucas, un niño de ocho años con una enorme imaginación, se encontraba en su habitación, mirando por la ventana. Las estrellas brillaban en el cielo oscuro, y él soñaba con ser un astronauta.
"¡Ojalá pudiera viajar por el espacio!" suspiró Lucas. En ese momento, una idea brillante iluminó su mente.
"¡Voy a construir una nave espacial!" se dijo a sí mismo, emocionado.
Al día siguiente, Lucas se puso manos a la obra. Reuniendo cajas de cartón, papel de aluminio y un par de luces de colores, empezó a armar su nave. La pintó de azul y le dio un nombre: ¡La Estrella Brillante!"¡Es perfecta!" exclamó mientras se subía a bordo.
Cerró los ojos, se imaginó que estaba en el espacio y, de repente, su nave despegó. En un parpadeo, ya estaba volando entre las estrellas, y la Tierra se veía cada vez más pequeña.
"¡Miren todos esos planetas!" gritó, asombrado.
Su primera parada fue en un planeta de colores vibrantes. Allí, conoció a criaturas muy peculiares.
"¡Hola!" dijo una criatura con ojos grandes y pelaje suave. "Soy Zog, el guardián del Planeta Arcoíris. ¿De dónde vienes?"
"Soy Lucas, un pequeño astronauta. Vengo de la Tierra a explorar el universo. ¡Es hermoso aquí!"
Zog sonrió y lo invitó a recorrer su hogar, donde todo brillaba y cambiaba de color. Juntos, saltaron por montañas de gelatina y nadaron en ríos de chocolate.
"¡Qué divertido! Nunca había visto algo igual en mi vida!" dijo Lucas, mientras corría alegremente.
Un poco más tarde, Lucas se despidió de Zog y subió a su nave nuevamente. Continuó su viaje hacia un segundo planeta, este era completamente diferente: estaba cubierto de un polvo brillante.
"Bienvenido al Planeta Estrellado," dijo una criatura con alas de mariposa. "Soy Nivi. Aquí, las estrellas caen del cielo y se convierten en polvo mágico. ¿Quieres ver?"
"¡Sí, por favor!" respondió Lucas, con los ojos abiertos como platos.
Nivi lo llevó a un lugar especial donde las estrellas realmente caían.
"Cuando recojas un poco de este polvo, podrás hacer un deseo," explicó Nivi.
Lucas, emocionado, recogió un puñado de polvo brillante y pensó en su deseo más grande.
"Deseo que todos los niños de la Tierra nunca dejen de soñar," dijo Lucas mientras soplaba el polvo al viento.
Nivi sonrió y le dio un abrazo.
"Ese es un deseo maravilloso, pequeño amigo. Sigue soñando siempre!"
Después de despedirse, Lucas subió a La Estrella Brillante y siguió su viaje. Pero mientras viajaba, notó que algo extraño estaba sucediendo. El espacio se oscurecía, y una sombra enorme se cernía sobre él. Lucas tembló un poco.
"¿Qué será eso?" se preguntó. Intentó volar más rápido, pero la sombra lo alcanzó. ¡Era un enorme agujero negro que lo estaba atrapando!"¡Ayuda! ¡No quiero volver a casa todavía!" gritó Lucas.
De repente, Zog y Nivi aparecieron junto a él en un destello de luz.
"¡Vamos, Lucas! ¡Debes concentrarte!" gritó Zog, mientras Nivi movía sus alas rápidamente para desviar la atención del agujero negro.
"¡Cierra los ojos y piensa en un lugar seguro!" agregó Nivi.
Lucas cerró los ojos y recordó su casa, su habitación llena de juguetes. Con todas sus fuerzas, se imaginó allí.
En un instante, La Estrella Brillante dio un giro fulgurante, y Lucas se encontró de vuelta en su habitación, acurrucado en su cama.
"¿Fue todo un sueño?" se preguntó, mirando la nave construida con cajas en la esquina de la habitación.
En ese momento, Lucas se dio cuenta de que, aunque había vuelto a su hogar, su aventura en el espacio había sido real de alguna manera.
"¡Seguiré soñando y construyendo nuevas navecitas!" se prometió a sí mismo, mirando por la ventana nuevamente. Las estrellas aún brillaban, y su corazón estaba lleno de emoción y posibilidades.
Y así, Lucas se convirtió en un verdadero pequeño astronauta, listo para nuevas aventuras siempre que su imaginación lo llevara.
FIN.