El Pequeño Aventura en el Selu



Era un soleado día de primavera en la pequeña ciudad de Costanera. Tino, un niño curioso y lleno de energía, se despertó con una gran idea en mente. Mientras tomaba su desayuno, su mamá le dijo:

- Tino, hoy es día de ordenar tu cuarto antes de salir a jugar.

Pero Tino tenía otros planes y respondió con un tono decididamente firme:

- ¡No quiero! Quiero jugar en el selu.

La ‘selu’, como le decía Tino, era el gran árbol del parque, un lugar lleno de magia donde los niños pasaban horas trepándolo y haciendo picnics debajo de su sombra.

Su mamá, entendiendo que la diversión era importante, le dijo:

- Está bien, pero si no ordenas tu cuarto, no podrás jugar en el selu después.

Tino se sintió un poco frustrado. Deseaba ir a jugar, pero su mamá siempre tenía razón sobre la importancia de mantener las cosas en orden. Se levantó de la mesa, miró su cuarto desordenado y decidió, por fin:

- ¡Está bien! Ordenaré mi cuarto.

Con un suspiro, Tino subió a su habitación. Cuando entró, se dio cuenta de lo desordenado que estaba. Juguetes tirados por doquier, ropa amontonada y libros en el suelo. Así que se puso a trabajar. La tarea le pareció abrumadora al principio, pero al poner su música favorita, empezó a disfrutar del proceso.

Al poco tiempo, su cuarto lucía espléndido. Tino se sintió orgulloso de sí mismo. Así que volvió corriendo al comedor.

- ¡Mamá, ya ordené mi cuarto!

Su mamá, sonriendo, lo miró y le dijo:

- Me alegra mucho, Tino. Ahora sí, ¡puedes ir a jugar al selu! Recuerda: el orden en casa ayuda a que podamos disfrutar más de las cosas que nos gusta hacer.

Con el corazón lleno de alegría, Tino salió corriendo hacia el parque. Al llegar al selu, se encontró con sus amigos, Sofía y Lucas, que ya estaban trepando difícil y felizmente.

- ¡Tino! ¡Ven a jugar! - gritaron emocionados.

Tino se unió a ellos y pronto empezó a trepar el árbol, sintiéndose más libre que nunca. Se dejaron llevar por la aventura, jugaban a ser exploradores y descubrir nuevos mundos. De repente, mientras exploraban una de las ramas más grandes, Sofía encontró algo brillante en el suelo.

- Miren, ¿qué es esto? - preguntó sorprendida.

Tino se acercó y vio que era un pequeño cofre hecho de madera. Curiosos, comenzaron a abrirlo y dentro encontraron un mapa antiguo.

- ¡Es un mapa del tesoro! - exclamó Lucas, sus ojos brillaban de emoción.

Sin pensarlo dos veces decidieron seguir el mapa. Se deslizaron del árbol y empezaron a correr en dirección a donde indicaba el mapa. Pasaron por el lago, saltaron sobre troncos caídos y se adentraron en un pequeño sendero en el bosque.

Al seguir el mapa, se dieron cuenta de que los dibujos y caminos los guiaban incluso hacia su propia casa. Fue un momento mágico y divertido, cada paso se llenaba de risas y camaradería.

Finalmente, llegaron a un lugar que el mapa señalaba y, emocionados, comenzaron a cavar. Tino se sentía como un verdadero aventurero. Y de repente, ¡clack! La pala dio con algo duro. Excavaron con más determinación y encontraron otra caja, esta vez un poco más grande. La abrieron con anticipación y dentro había juguetes antiguos y monedas de chocolate.

- ¡Mirá! ¡Es un tesoro! - gritó Sofía.

Todos comenzaron a saltar de alegría. Tino comprendió que aquel día no solo había aprendido sobre la importancia de ordenarse, sino que, al trabajar en equipo y explorar, también había descubierto un verdadero tesoro de amistad y aventura.

Al finalizar el día, regresaron a casa con sus tesoros y muchas historias para contar. Tino estaba cansado, pero feliz. Su mamá lo recibió con un gran abrazo.

- ¿Qué tal estuvo tu día, aventurero?

- ¡Increíble, mamá! ¡Y tenía razón, el orden me trajo suerte!

Y así, Tino aprendió que ser responsable podía llevar a grandes sorpresas y que la diversión siempre está a la vuelta de la esquina cuando compartimos momentos con amigos. A partir de ese día, no solo ordenó su cuarto, sino que cada vez que iba a jugar, se aseguraba de dejar todo en orden, porque sabía que cada aventura podía ser aún más fantástica cuando uno se siente bien en su espacio.

Y así, Tino y sus amigos continuaron explorando, creciendo y compartiendo muchos tesoros.

Fin.

FIN.

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