El pequeño aventurero perdido en el bosque
Había una vez una familia que decidió ir a pasear por un frondoso bosque. Los padres, Sofía y Martín, junto a sus tres hijos, Lucas, Valentina y el más chico, Tomás, se adentraron emocionados en el bosque.
El sol brillaba entre las ramas de los árboles, y el aire fresco llenaba los pulmones de la familia. Decidieron explorar un camino que los llevó a un claro donde se detuvieron a almorzar.
Sofía colocó una manta en el suelo y sacó la comida. '- ¡Qué rico todo! ¡Gracias mamá!', exclamó Lucas. De repente, Tomás, el pequeño aventurero, se levantó y corrió hacia un grupo de mariposas que volaban cerca.
'¡Espera, Tomás!', gritó Valentina, pero era tarde, el pequeño ya se había internado en el bosque. La familia se preocupó al darse cuenta de que Tomás se había perdido. Corrieron en todas direcciones gritando su nombre, pero no lograron encontrarlo. Desesperados, comenzaron a temer lo peor.
Decidieron buscar ayuda y encontraron a un guardabosques llamado Juan, quien los ayudó a organizar una búsqueda. Juan explicó a la familia la importancia de mantener la calma y no separarse.
Juntos recorrieron senderos, gritando el nombre de Tomás, hasta que, al caer la tarde, escucharon un débil llanto. Siguiendo el sonido, encontraron a Tomás sentado en una roca, asustado pero ileso. '¡Tomás, mi amor! ¡Estás a salvo!', exclamó Sofía, abrazando al pequeño. '¡Gracias a Juan y a mi familia por encontrarlo!', dijo Lucas emocionado.
En ese momento, Tomás comprendió la importancia de no alejarse sin avisar. A partir de ese día, la familia se comprometió a tener precaución en sus aventuras y a cuidarse mutuamente.
Y Tomás, el pequeño aventurero, aprendió que en el bosque, al igual que en la vida, es esencial no perder nunca de vista a quienes amamos.
FIN.