El Pequeño Border Collie y la Familia de la Montaña
Había una vez un pequeño border collie llamado Rocky. Vivía en un refugio de animales, esperando con ansias el día en que alguien lo adoptara. Rocky era juguetón y curioso, siempre dispuesto a hacer nuevos amigos. Un día, una mujer joven llamada Clara llegó al refugio. Ella buscaba un compañero para compartir su vida en su acogedora casa en la montaña.
Cuando Clara conoció a Rocky, instantáneamente sintió una conexión especial.
"¡Hola, pequeño!" - dijo mientras se agachaba a acariciarlo.
Rocky movió su cola emocionado, como si entendiera que ese sería el comienzo de una gran aventura.
Poco después, Clara y Rocky se hicieron inseparables. Juntos, exploraron los senderos de la montaña, corretearon por prados llenos de flores y se disfrutaron cada rayo de sol. A medida que pasaban los días, Clara le enseñó a Rocky muchos trucos y, a su vez, Rocky le enseñó a Clara sobre el amor incondicional y la alegría de vivir el momento.
Llegó diciembre, y la nieve cubrió las montañas con un manto blanco. Esa Navidad, Clara decoró su casa con luces brillantes y un árbol lleno de adornos. Rocky, encantado con las luces y los colores, correteaba alrededor del árbol tratando de atrapar un pequeño copo de nieve que entraba por la ventana.
"¡Rocky, ven aquí!" - lo llamó Clara, riendo.
"¡Esto es mágico!" - ladró Rocky, saltando contento.
Pasaron horas junto a la chimenea, donde Clara le leía cuentos a Rocky mientras el fuego crepitaba.
"¿Sabes, Rocky? La Navidad es una época para compartir y ser agradecidos" - le dijo Clara.
"¡Sí! Estoy muy agradecido de estar contigo!" - respondió Rocky con su entusiasmo perruno.
Luego, llegó el verano. Clara hizo construir una piscina en el patio de su casa, y pronto se convirtió en el lugar favorito de Rocky.
"¡Mirá, Rocky!" - exclamó Clara un día, saltando al agua.
Rocky la observó con curiosidad, y con un salto audaz se zambulló detrás de ella.
"¡Esto es genial!" - ladró mientras chapoteaba alrededor de Clara.
"¡Vamos a jugar a atrapar la pelota!" - le propuso Clara.
Sin embargo, no todo era diversión. Un día, durante un paseo, Rocky se dio cuenta de que un pequeño arqueado de leñador estaba dejando caer ramas y troncos en el arroyo. Rocky observó preocupado. Al ver que algunos animales se ponían en peligro debido a la obstrucción del agua, decidió actuar. Corrió hacia Clara y le ladró insistentemente, como si le dijera que había un problema.
"¿Qué pasa, Rocky?" - le preguntó Clara, confusa.
"¡Vamos! Hay que ayudar a los animales!" - parecía decir Rocky mientras tiraba de la ropa de Clara con su hocico.
Clara comprendió la urgencia de su amigo y juntos se acercaron al arroyo. Al llegar, se dieron cuenta del problema.
"¡Oh no! Esto no está bien!" - exclamó Clara.
"¡Hay que liberar el agua!" - ladró Rocky, mirando al leñador.
Decididos a hacer algo, Clara y Rocky hablaron con el leñador, explicándole cómo los árboles caídos afectaban el ecosistema del arroyo.
"Es importante cuidar nuestro entorno, así todos los seres vivos podemos convivir juntos" - dijo Clara, mirando a Rocky que asentía a su lado.
Para su sorpresa, el leñador se mostró comprensivo y decidió deshacer su obra. Poco a poco, liberaron el arroyo y, al final del día, la naturaleza recuperó su equilibrio.
"¡Gracias, Clara y Rocky!" - exclamó el leñador con una gran sonrisa.
"¡Siempre que podamos ayudar, lo haremos!" - ladró Rocky con alegría.
Al regresar a casa, Clara abrazó a Rocky y le dijo:
"Eres un verdadero héroe, amigo mío. Gracias por mostrarme lo importante que es cuidar del mundo que nos rodea."
"Y siempre estaremos juntos en esto" - respondió Rocky, mirando hacia la montaña, donde la naturaleza brillaba con su esplendor.
Y así, Clara y Rocky siguieron compartiendo momentos mágicos, aprendiendo de la vida y cuidando de su entorno, siempre como un equipo, siempre como una familia. La montaña, la piscina y la chimenea se volvieron el escenario de muchas más aventuras, pero siempre con amor, respeto y felicidad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.