El Pequeño Colibrí y la Aventura de Salir Sin Avisar
Había una vez un pequeño colibrí llamado Tito, que vivía en un colorido jardín lleno de flores. Sus papás siempre le decían lo importante que era pedir permiso antes de salir a explorar.
"Tito, siempre debes decirnos adónde vas", le decía su mamá mientras le acariciaba las plumas.
"Sí, mamá, lo sé", respondía Tito, aunque a veces su curiosidad era más fuerte que su voluntad de escuchar.
Un soleado día, mientras sus papás estaban ocupados, Tito vio un grupo de mariposas que danzaban en el aire.
"¡Qué hermosas son! ¡Quiero jugar con ellas!" pensó Tito.
Sin avisar a sus papás, salió volando hacia las mariposas. Se divertía tanto que se olvidó del tiempo y de dónde estaba su casa. Poco a poco, se fue alejando del jardín, mientras las mariposas lo llevaban a un nuevo lugar lleno de flores gigantes.
"¡Miren cómo vuelo!" gritó Tito, emocionado.
Pero de repente, se dio cuenta de que no reconocía aquel lugar ni las flores que lo rodeaban. Estaba solo, y el miedo empezó a invadirlo.
"¡Ay no! ¡No sé cómo volver a casa!" pensó Tito, mientras sus pequeñas alas comenzaban a temblar.
Mientras tanto, en casa, sus papás se dieron cuenta de que Tito no estaba. El corazón de la mamá colibrí se llenó de preocupación.
"¿Dónde estará nuestro pequeño?" preguntó con tristeza.
"Debemos buscarlo. ¡Vamos!" respondió papá, determinando a encontrar a su hijo.
Los papás de Tito comenzaron a volar por todo el jardín, llamándolo fuertemente.
"¡Tito! ¡Tito! ¿Dónde estás, hijo?" gritaban juntos.
Tito escuchó sus voces, pero no sabía de dónde venían. Con cada intento que hacía por recordar el camino a casa, se sentía más perdido.
Al ver unas flores brillantes, decidió posarse en una de ellas para pensar.
"Si tan solo hubiese pedido permiso..." suspiró Tito, sintiéndose muy triste.
Justo en ese momento, vio a sus papás volar de un lado a otro, buscándolo. Su corazón se iluminó de alegría.
"¡Mamá! ¡Papá!" gritó Tito con todas sus fuerzas.
Sus papás, escuchando el grito de su pequeño, se dieron vuelta y rápidamente volaron hacia él.
"¡Tito! ¡Estábamos tan preocupados!" dijo su mamá, abrazándolo con sus alas.
"Lo siento, no debí salir sin avisar. No sabía que iban a asustarse tanto" explicó Tito, con lágrimas en los ojos.
"Lo importante es que ya estás aquí. Pero recuerda, siempre es mejor pedir permiso antes de salir. Así puedes disfrutar sin preocupaciones", le dijo papá, con una voz suave.
Tito prometió nunca volver a salir sin avisar, y desde ese día, cada vez que sentía ganas de explorar, se aseguraba de contarles a sus papás. Así, sus aventuras se convirtieron en momentos muy felices, siempre junto a su familia.
Y así, Tito aprendió que la curiosidad es maravillosa, pero la seguridad es aún más importante. ¡Vivieron felices, explorando juntos el hermoso jardín, pintando el aire con su colorido vuelo!
FIN.