El pequeño conejito y su gran gratitud
Había una vez un conejito llamado Nino que vivía en un hermoso prado lleno de flores y árboles. Un día, mientras exploraba, se metió en un lío. Se quedó atrapado en unas ramas espinosas y no podía salir.
- ¡Ayuda! ¡Socorro! - gritaba Nino mientras intentaba liberarse sin éxito.
Entonces, apareció una ardilla llamada Susi que estaba buscando nueces. Cuando escuchó los gritos, se acercó rápidamente.
- ¿Qué te pasó, pequeño conejito? - preguntó Susi con preocupación.
- Estoy atrapado en estas ramas y no puedo salir - contestó Nino, asustado y un poco adolorido.
Susi, con su astucia y rapidez, comenzó a mordisquear las ramas que mantenían a Nino atrapado.
- No te preocupes, ¡ya voy a ayudarte! - le aseguró Susi mientras trabajaba con dedicación.
Finalmente, después de un buen rato, logró liberar a Nino.
- ¡Gracias, Susi! - exclamó Nino, saltando de alegría - ¡Eres increíble! No sé qué habría hecho sin vos.
- No hay de qué, amigo. Siempre es bueno ayudar a los demás - respondió Susi modestamente.
Desde ese día, Nino decidió que quería devolverle el favor a Susi. Le prometió que siempre estaría ahí para ella. Unos días después, Susi estaba recolectando nueces y se dio cuenta de que no podía alcanzar unas que estaban en lo alto de un árbol.
- ¡Oh no! - suspiró Susi, mirando hacia arriba - ¡Esas nueces son tan deliciosas, pero no puedo alcanzarlas!
En ese momento, Nino se acercó corriendo.
- ¿Qué te pasa, Susi? - preguntó, preocupado.
- No puedo llegar a esas nueces - se lamentó Susi.
- ¡No te preocupes! Yo puedo ayudarte - dijo Nino con una sonrisa.
Con un gran salto, Nino se trepó a las ramas del árbol y, con mucho cuidado, comenzó a caer nueces para Susi.
- ¡Eres un gran amigo, Nino! - gritó Susi, aliviada
Después de recoger todas las nueces, Susi tuvo una idea inesperada.
- ¡Vamos a hacer una fiesta para celebrar nuestra amistad! - propuso entusiasmada.
Nino aceptó sin dudarlo. Juntos, invitaron a todos sus amigos del prado y organizaron un pic-nic lleno de risas, juegos y, por supuesto, muchas nueces.
Mientras disfrutaban de la fiesta, Susi recordó aquel día en que había ayudado a Nino y se sintió muy feliz de haberlo hecho. Luego, Nino se acercó a Susi y le dijo:
- Tu generosidad no tiene límites, Susi. Estoy tan agradecido de tenerte como amiga. - ¡Me alegra que seas parte de mi vida! -
Y desde aquel día, Nino y Susi no solo se ayudaban entre sí en cada ocasión, sino que también aprendieron a valorar la amistad y la gratitud en el camino.
A medida que pasaron los días y las estaciones, creció una hermosa amistad entre el conejito y la ardilla, y su historia se convirtió en un hermoso ejemplo para todos los animales del prado sobre lo importante que es ayudar a los demás y agradecer por la ayuda recibida. Y así, con un corazón lleno de gratitud, Nino siguió explorando su hermoso prado, listo para ayudar a otros en su camino.
Fin.
FIN.