El pequeño corredor



Había una vez un niño llamado Tomás que amaba los autos de carrera. Desde muy pequeño, su habitación estaba llena de posters y juguetes relacionados con el mundo del automovilismo.

Siempre soñaba con ser piloto y competir en las carreras más importantes del mundo. Un día, mientras paseaba por la ciudad con sus padres, vio un cartel que anunciaba una competencia de autos de carrera para niños.

Se emocionó tanto que no podía esperar a llegar a casa para empezar a practicar. Al llegar a casa, le dijo a su padre: "Papá, quiero participar en esa carrera para niños".

Su padre lo miró con cariño y le respondió: "Claro hijo, pero primero debemos entrenar mucho para estar preparados". Así comenzaron las prácticas diarias en el parque cercano a su casa. Tomás corría detrás de su padre imitando los movimientos de un auto de carrera y soñando con cruzar la línea de meta en primer lugar.

Un día antes de la carrera, mientras Tomás dormía plácidamente, se escuchó un fuerte ruido afuera. Al salir a ver qué había pasado, descubrieron que habían robado el auto deportivo rojo que su padre acababa de comprar.

Tomás estaba muy triste al enterarse y pensó que nunca podría participar en la carrera sin ese auto tan genial. Pero su padre lo abrazó fuerte y le dijo: "No te preocupes hijo, podemos construir nuestro propio auto".

Así fue como empezaron a trabajar juntos para crear un auto hecho completamente por ellos mismos. Utilizaron materiales reciclados como cartones y botellas para construir la carrocería y las ruedas. Fue un trabajo duro pero al final lo lograron.

Llegó el día de la carrera y Tomás estaba emocionado y nervioso a la vez. Al llegar al lugar, se encontró con otros niños que también habían construido sus propios autos.

La carrera comenzó y Tomás manejaba su auto con mucha habilidad. Era un poco más lento que los demás, pero eso no importaba porque él estaba disfrutando cada segundo de la carrera.

Cuando cruzó la línea de meta en último lugar, todos los presentes lo aplaudieron por su esfuerzo y dedicación. Su padre lo abrazó fuerte y le dijo: "Estoy muy orgulloso de ti hijo".

Desde ese día, Tomás aprendió que el verdadero valor no está en ganar o perder, sino en el esfuerzo y dedicación que ponemos en todo lo que hacemos. Y así siguió practicando para convertirse en un gran piloto algún día.

FIN.

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