El Pequeño Dragón y la Gran Nube
Érase una vez en un reino lejano donde vivían criaturas mágicas, un pequeño dragón llamado Draki. Draki era diferente a los demás dragones: no podía echar fuego. Esto lo hacía sentir triste y solitario, porque todos sus amigos podían lanzar llamas altas y brillantes.
Un día, mientras volaba sobre el bosque, vio a una gran nube blanca que parecía estar llorando. Intrigado, Draki se acercó volando.
"¿Por qué lloras, gran nube?" - preguntó Draki。
"Lloro porque no puedo viajar con los pájaros. Ellos son rápidos y alegres, y yo me quedo aquí sola en el cielo," - respondió la nube con voz suave.
"Pero tengo una idea. ¿Por qué no te dejas llevar por el viento?" - sugirió Draki entusiasmado.
"No puedo, porque me da miedo caer," - respondió la nube apenada.
Draki decidió ayudarla. "Yo te llevaré. Solo agárrate con tu vapor y confía en mí. Juntos nos divertiremos."
La nube dudó, pero finalmente decidió confiar en Draki. Se esforzó por concentrar sus vapores en el pequeño dragón y juntos empezaron a volar alto. Al principio, la nube temblaba de miedo, pero cada vez que miraba a su alrededor y veía la belleza del mundo desde las alturas, su miedo se desvanecía.
De pronto, un fuerte viento sopló, y la nube fue arrastrada de repente a un lado. "¡Ayuda!" - gritó la nube.
Draki, sintiendo el pánico de su amiga, se apresuró a darle un soporte. "No temas, yo te sostendré. Mantente cerca de mí y sigue mis movimientos."
La nube, recordando la promesa de Draki, se aferró a su costado y juntos navegaron en el aire, disfrutando del paisaje festivo de colores y vida. Pasaron por sobre montañas, ríos y bosques.
Al final de su aventura, la nube se sintió llena de alegría. "¡Puedo volar! ¡Puedo viajar con los pájaros! Muchas gracias, querido Draki," - exclamó emocionada.
Draki sonrió y dijo: "No tienes que agradecerme, lo importante es que superaste tu miedo. La unión y la confianza nos ayudan a enfrentar cualquier desafío."
De vuelta en casa, la nube decidió cambiar su rumbo y ayudar a otros en su camino. Aprendió a crear sombras refrescantes en los días calurosos y a regar las plantas con su lluvia. Draki, por su parte, descubrió que su valor y su amistad eran sus verdaderos poderes, más allá de la capacidad de escupir fuego.
Desde entonces, Draki nunca se sintió menos que los otros dragones, porque supo que su verdadero valor residía en ser un buen amigo y tener el coraje de ayudar a los demás.
Y así, el pequeño dragón y la gran nube volaron juntos, siempre recordando que la amistad y la confianza son las mejores herramientas para enfrentar miedos y desafíos.
**Moraleja**: La verdadera fuerza no radica en lo que podemos hacer, sino en el valor de ayudar a otros y superar nuestros propios miedos.
FIN.