El pequeño elefante llamado Trunky vive en la selva y sueña con volar como los pájaros Un día, encuentra un misterioso objeto que le permite cumplir su deseo y descubre un mundo lleno de aventuras en el cielo



Había una vez un niño llamado Lucas, a quien le encantaba pasar horas y horas creando figuras con papel. Desde aviones hasta animales exóticos, Lucas tenía el talento de transformar simples hojas en obras de arte tridimensionales.

Un día, mientras estaba sentado en su habitación rodeado de papeles de colores, llegó una visita inesperada. Era su abuelo Miguel, un hombre sabio y lleno de historias emocionantes. - ¡Hola Lucas! ¿Qué estás haciendo? -preguntó curioso el abuelo Miguel.

- Hola abuelo. Estoy creando estas figuras con papel. Me gusta mucho hacerlo porque puedo usar mi imaginación y dar vida a cosas que solo existen en mi mente -respondió entusiasmado el niño.

El abuelo Miguel sonrió y se acercó para observar detenidamente las creaciones de Lucas. - Son increíbles, Lucas. Tienes un don especial para crear belleza con tus manos -dijo orgulloso el abuelo-.

Pero déjame contarte algo: hace muchos años, cuando yo era joven como tú, también disfrutaba mucho del arte del origami. Lucas levantó la mirada sorprendido por las palabras del abuelo. - ¿En serio, abuelo? No lo sabía. Cuéntame más sobre tu experiencia con el origami -pidió emocionado el niño.

El abuelo Miguel se sentó junto a Lucas y comenzó a contarle sobre sus aventuras en Japón durante su juventud. Le habló sobre los maestros japoneses que le enseñaron diferentes técnicas y cómo cada figura que hacía tenía un significado especial.

- A través del origami, aprendí sobre la paciencia, la perseverancia y el respeto por la naturaleza. Cada figura que creaba era como una pequeña historia que contaba algo importante -explicó el abuelo Miguel.

Lucas quedó fascinado con las historias de su abuelo y decidió seguir sus pasos en el arte del origami. Juntos, pasaron horas y horas doblando papel y compartiendo risas mientras creaban figuras maravillosas. Un día, Lucas tuvo una idea brillante.

Quería hacer algo especial para agradecerle a su abuelo por inspirarlo tanto. Decidió crear una figura única: un árbol de origami gigante con hojas multicolores. Cuando terminó su obra maestra, Lucas llevó al abuelo Miguel al jardín trasero de la casa.

Allí estaba el árbol de origami, majestuoso y lleno de vida. - ¡Abuelo! Esto es para ti -exclamó emocionado Lucas-. Quiero agradecerte por enseñarme sobre el arte del origami y compartir tus historias conmigo.

El abuelo Miguel se emocionó hasta las lágrimas al ver el regalo de su nieto. Abrazó fuertemente a Lucas y le dijo:- Gracias, mi querido niño. Este árbol representa nuestro amor por el arte y nuestra conexión especial como familia.

Nunca olvides que puedes crear belleza en cada cosa que hagas. A partir de ese día, Lucas siguió explorando su talento en el origami y compartiendo sus creaciones con amigos y familiares.

Siempre recordaría las palabras sabias de su abuelo y el amor que había puesto en cada figura de papel. Y así, Lucas aprendió que el arte puede unir a las personas y transmitir mensajes importantes. Descubrió que la creatividad y la imaginación pueden llevarlo a lugares maravillosos.

Y sobre todo, entendió que siempre hay algo especial en cada una de sus creaciones, algo único que solo él podía darle vida.

FIN.

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