El Pequeño Elefante y Sus Nuevos Amigos



En lo profundo de la selva, un pequeño elefante llamado Eli se despertó un día y se dio cuenta de que su mamá no estaba a su lado. Asustado y un poco triste, decidió salir a buscarla.

Mientras caminaba entre los árboles gigantes y las flores de colores brillantes, Eli se sentía un poco solitario. De repente, escuchó un chirrido fuerte y curioso.

"¡Hola! ¿Quién está ahí?" - preguntó Eli, levantando sus grandes orejas.

"¡Soy Pipo, el loro!" - respondió un loro colorido que volaba de rama en rama. "¿Por qué lucís tan triste, amigo?"

"Estoy buscando a mi mamá, no la encuentro por ninguna parte" - suspiró Eli.

"No te preocupes, yo te ayudaré. Vamos a buscarla juntos" - dijo Pipo con una sonrisa.

Eli y Pipo continuaron caminando por la selva, cuando de repente encontraron a un pequeño conejo que estaba tratando de alcanzar unas zanahorias.

"¡Hola! Yo soy Roco, el conejo. ¿Qué están haciendo aquí?" - preguntó Roco, moviendo sus orejas alegremente.

"Estamos buscando a la mamá de Eli" - explicó Pipo. "¿La has visto?"

"No, pero puedo ayudarlos a buscarla. Yo conozco todos los rincones de la selva" - dijo Roco, entusiasmado.

Así que el trío continuó su aventura, y en su camino se encontraron con una tortuga muy sabia llamada Tula.

"¡Hola, pequeños! ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó Tula con una sonrisa maternal.

"Estamos buscando a la mamá de Eli" - respondió Roco. "¿La has visto, Tula?"

"No, pero sé que los elefantes suelen ir a beber agua al río. Tal vez debamos mirarlo allí" - sugirió Tula.

Eli se sintió esperanzado y agradecido por la ayuda de sus nuevos amigos. Así que todos juntos se dirigieron al río. Caminando un poco, se toparon con una familia de monos que estaban jugando en los árboles.

"¡Hola, amigos! ¿Qué hacen en este lado de la selva?" - preguntó uno de los monos, inquieto.

"Buscamos a la mamá de Eli" - dijo Pipo. "¿La han visto?"

"No, pero si nos ayudan a recolectar frutas, tal vez podamos encontrarla más rápido" - propuso otro mono con picardía.

"¡Sí! ¡Podemos hacerlo!" - exclamó Eli, feliz de unirse a la diversión.

Así que Eli, Pipo, Roco, Tula y los monos comenzaron a recolectar frutas y a hacer ruido, esperando que la mamá de Eli viniera al escucharles. Pero al no tener suerte, decidieron descansar un momento en la sombra de un gran árbol.

Eli se sintió un poco triste de nuevo, entonces todos empezaron a animarlo:

"No te desanimes, Eli. Siempre encontramos nuevas maneras de intentar" - dijo Roco.

"Y con amigos todo es más fácil" - agregó Pipo emocionado.

"Vamos a hacer más ruido, así ella puede escucharnos. ¡Uno, dos y tres!" - gritaron los monos a todo pulmón.

De pronto, en medio de la diversión, Eli escuchó un familiar trumpeteo en la distancia."

"¿Escucharon eso?" - preguntó Eli, sus ojos brillando de esperanza.

"¡Sí! ¡Vamos a seguir el sonido!" - exclamó Tula, señalando con su pata hacia el fondo de la selva.

Corrieron juntos hacia el sonido, pero al llegar, vieron a una gran mamá elefante tratando de cruzar un río estrecho.

"¡Mamá!" - gritó Eli, corriendo hacia ella. La mamá elefante lo miró y su rostro se iluminó al verlo.

"Eli, hijo mío, estaba tan preocupada por vos!" - dijo la mamá elefante, abrazándolo con su trompa.

"¡Mamá, te extrañé! Y conocí a muchos amigos mientras te buscaba..." - dijo Eli, señalando a Pipo, Roco, Tula y los monos.

"Gracias, pequeños. Ustedes son unos amigos muy valiosos para mi hijo" - dijo la mamá elefante con la voz llena de gratitud.

Desde ese día, Eli supo que aunque a veces se sienta solo, siempre hay amigos dispuestos a ayudar. La amistad y el cariño son más fuertes que cualquier miedo. Y así, Eli y sus nuevos amigos continuaron explorando la selva juntos, creando más recuerdos y aventuras.

"¿Vamos a recolectar más frutas?" - preguntó un mono.

"¡Sí!" - respondieron todos, riendo y saltando, felices de tenerse unos a otros.

FIN.

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