El Pequeño Gran Artista



Era un día soleado en el Jardín de Infantes "Arcoíris", y la profesora Florencia estaba lista para comenzar su clase. Su aula estaba llena de risas y colores; los niños estaban muy emocionados por la actividad de hoy: pintura. Sin embargo, no todos los pequeños compartían el mismo entusiasmo, especialmente uno llamado Mateo.

Mateo era un niño con discapacidad física que usaba silla de ruedas. En la clase de Florencia, a menudo sentía que no podía participar de la misma manera que sus compañeros. Aunque él era un verdadero artista en su interior, la profesora tenía problemas para entenderlo. Le costaba encontrar la manera de estimular su creatividad sin frustrarse por el tiempo que requería ayudarlo.

"¡Hoy haremos una obra maestra!" –exclamó Florencia, sonriendo a sus alumnos. "¿Todos listos para pintar?"

"¡Sí!" –gritaron los niños, excepto Mateo, que sonrió tímidamente.

La actividad comenzó, y los niños comenzaron a moverse de un lado al otro, llenando el aula de risas. Florencia se concentró en ayudar a todos, pero se le hacía difícil asistir a Mateo como lo hacía con los demás.

"Mateo, ¿te gustaría pintar con acuarelas o con pinceles?" –le preguntó Florencia, mientras se acomodaba cerca de su silla.

"Me gustaría usar pinceles..." –respondió Mateo con ilusión, mientras sus ojos brillaban.

La profesora se quedó pensando. Sabía que los pinceles estaban en la estantería alta, y no había forma de que Mateo pudiera alcanzarlos. En lugar de buscar una solución, se sintió frustrada porque la clase avanzaba sin él.

"Mateo, tal vez puedas usar los colores que ya están en la mesa..." –dijo, mientras se movía hacia los demás alumnos.

Mateo bajó la mirada y sintió que su entusiasmo se desvanecía. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. Con determinación, tomó unos lápices de colores y comenzó a dibujar en su cuaderno, creando un paisaje lleno de pájaros y árboles.

Un momento después, Florencia pasó por su lado y vio lo que había hecho. Los colores vibrantes realmente capturaban su atención.

"¡Guau! Mateo, esto es impresionante. ¿Por qué no lo llevas a la mesa de pintura?" –dijo la profesora, intentando mostrar algo de entusiasmo.

Mateo, sintiéndose un poco más animado, accedió y llevó su dibujo a la mesa.

Pero al llegar, observó que todos sus compañeros estaban usando acuarelas y pinceles. Se sintió un poco excluido nuevamente.

"¿Por qué no puedo pintar como ustedes?" –preguntó Mateo en voz baja.

Florencia se dio cuenta de lo que había hecho. Al tratar de evitar que Mateo se sintiera diferente, había hecho exactamente lo contrario. Entonces, sintió la necesidad de cambiar su enfoque.

"Mateo, ¡que no sea un problema!" –dijo Florencia con una gran sonrisa. "Voy a ayudarte a que el pincel llegue a tus manos. Primero, voy a colocar la mesa de pintura un poco más cerca de vos."

Con la ayuda de los demás niños, Florencia movió la mesa de pintura. Luego, le dio un pincel a Mateo y lo ayudó a mojarlo en la paleta de colores.

"Ahora sí, ¡pinta!" –animó la profesora.

Mateo sonrió al ver que su obra podía cobrar vida. Con cada pincelada, sus compañeros comenzaron a rodearlo, intrigados por su emoción.

"¡Mirá cómo mezcla los colores!" –dijo uno de ellos.

"¡Qué bonito!" –exclamó otro.

Con el apoyo y entusiasmo de todos, Mateo pintó con alegría, creando un cuadro que reflejaba su propia visión del mundo. Florencia, mientras lo observaba, se sintió conmovida.

El tiempo pasó volando. Antes de darse cuenta, la actividad estaba por terminar y todos presentaron sus obras. Mateo, con su gran sonrisa, mostró su pintura a la clase.

"Esto es lo que veo cuando sueño con volar. ¡Son pájaros coloridos!" –anunció con orgullo.

Todos aplaudieron, y Florencia se sintió un nudo en la garganta. En ese momento, comprendió que su papel no solo era enseñar, sino también aprendes de cada uno de sus alumnos.

"Mateo, tu pintura es increíble. Gracias por compartir tu sueño con nosotros" –dijo Florencia, sintiendo que había crecido como maestra.

A partir de ese día, la maestra Florencia se propuso ser más paciente y creativa al atender las necesidades de Mateo y de todos sus estudiantes. La aula "Arcoíris" se convirtió en un lugar donde cada niño podía brillar de la manera que más le gustara.

Con el tiempo, Mateo se convirtió en un artista destacado, inspirando a sus compañeros y a su profesora a ver el arte de una forma completamente nueva.

Y así, la profesora Florencia aprendió que todos, sin importar las dificultades, tienen un gran potencial y un mundo lleno de sueños que merecen ser compartidos.

FIN.

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