El pequeño guerrero del bosque
Había una vez, en un mágico bosque lleno de árboles enormes y animales de todo tipo, un pequeño ciervo llamado Tito. Tito era un ciervo curioso y valiente, pero tenía un gran temor a la lluvia. Cada vez que el cielo se oscurecía y el viento comenzaba a soplar, Tito se escondía entre los arbustos, temblando de miedo.
Un día, mientras los demás animales del bosque jugaban en la pradera, el cielo empezó a nublarse y un suave murmullo del viento se escuchó entre las hojas.
"¡Miren, el cielo se está llenando de nubes!" – gritó la ardilla Lila, saltando de rama en rama.
"Es hora de que busquemos refugio", dijo el sabio búho Don Oscar, con su profunda voz. "La lluvia puede llegar en cualquier momento".
Tito sintió que su corazón se aceleraba.
"No quiero mojarme, no quiero salir", murmuró Tito, escondiéndose tras un árbol.
Los otros animales intentaron animarlo.
"No hay nada que temer, Tito. La lluvia es buena para el bosque y las plantas", dijo el conejo Pablo, con su sonrisa tranquila.
"Sí, Tito. La lluvia ayuda a que crezcan las flores y a que tengamos agua para beber", agregó la tortuga Tita.
Pero Tito continuaba sin querer salir. En ese momento, comenzó a llover suavemente, y todos los animales comenzaron a correr hacia un gran árbol que les ofrecía refugio.
Mientras estaban allí, el viento sopló con fuerza, moviendo las ramas del árbol y haciendo que el agua caiga en formas fascinantes. Tito miró a su alrededor y vio cómo el cielo se iluminaba con relámpagos y las gotas de lluvia danzaban.
"¡Miren eso, parece que el cielo está pintando!" – exclamó Tito maravillado.
"Eso es porque la naturaleza es mágica", dijo Don Oscar.
De repente, un fuerte trueno resonó. Tito sintió que su corazón daba un brinco, pero esta vez, en lugar de asustarse, decidió asomarse un poco más detrás del árbol.
"¡No es tan terrible después de todo!" – pensó en voz alta.
Pasaron algunos minutos y la lluvia comenzó a cesar. Los animales salieron lentamente del árbol y se encontraron con un bosque transformado. Todo se veía más verde y brillante.
"¡Miren cuántas flores han florecido!" – gritó Lila, saltando de alegría por el suelo empapado.
"Y el aire huele fresco y renovado", agregó Tita.
"Me encanta cómo se ve todo después de la lluvia", dijo Pablo, observando las gotas que quedaban en las hojas.
Tito nunca había visto algo tan hermoso. Fue en ese momento que comprendió que la lluvia no solo era agua que caía del cielo, sino que era una parte importante de su hogar. Se sintió orgulloso de ser parte del bosque y de compartirlo con sus amigos.
"¡Voy a ser valiente!" – gritó Tito, saltando sobre un charco.
"¡Eso es, Tito! ¡Así se habla!" – celebró Don Oscar, aplaudiendo con sus alas.
Desde ese día, Tito dejó de tener miedo de la lluvia. Aprendió a disfrutar de participar en las actividades después de la tormenta, como saltar en los charcos y observar cómo los pequeños animales se despertaban del fresco sueño que les proporcionaba el agua. Y cada vez que el cielo se oscurecía, Tito se ponía ansioso, no de temor, sino por la alegría de saber que el bosque volvería a cobrar vida y que cada gota traería belleza a su hogar.
Así, Tito se convirtió en el pequeño guerrero del bosque, enfrentando su miedo y descubriendo la magia que traía la lluvia junto a sus amigos. Y siempre que el cielo se nublaba, él estaba listo para aprender algo nuevo y divertido.
Fin.
FIN.