El Pequeño Lucas y el Poder de la Verdad
Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Lucas. Tenía seis años y era muy travieso. A veces, para escapar de las consecuencias de sus travesuras, Lucas decía mentiras. Un día, mientras jugaba en el parque, decidió hacer una pequeña broma a sus amigos.
"¡Miren! ¡Hay un dragón en el fondo del parque!" - gritó Lucas emocionado.
Todos sus amigos se miraron entre sí, asombrados.
"¿En serio? ¿Un dragón?" - preguntó Sofía, con los ojos bien abiertos.
- “¡Sí! ¡Justo detrás de esos arbustos! ” - respondió Lucas, señalando con el dedo.
Los niños corrieron asustados hasta los arbustos. Pero, al llegar, se dieron cuenta de que no había nada. Solo un gato que dormía plácidamente bajo el sol.
"¡Lucas! ¡No hay nada! Eres un mentiroso!" - le gritó Ramiro, señalando al gato.
Lucas se sintió un poco mal, pero rió para disimularlo. Sin embargo, esa noche, algo extraño sucedió. Mientras se preparaba para dormir, escuchó un susurro.
"¡Lucas!" - era la voz de un pequeño dragón que apareció flotando en su habitación.
"¡¿Quién sos? !" - preguntó Lucas asustado, y el dragón sonrió.
"Soy el Dragón de la Verdad. He venido a mostrarte las consecuencias de tus mentiras."
Lucas miró al dragón, intrigado.
"Pero, yo solo estaba bromeando... No quise hacer daño." - dijo Lucas, nervioso.
- “Cada vez que dices una mentira, un pequeño hilo de confianza se rompe entre vos y tus amigos. Veni, te mostraré.” - dijo el dragón, y un instante después, se encontraron en el parque.
Vieron a sus amigos conversando. Sin embargo, había un aire de distancia entre ellos. Lucas se acercó a escuchar.
"No sé si podré confiar en Lucas de nuevo. Siempre bromea y nunca sé si es verdad o mentira.” - dijo Sofía, mientras los demás asentían con la cabeza.
Lucas sintió una punzada en su corazón. No le gustaba ver a sus amigos decepcionados.
"¿Ves? A veces las mentiras son solo palabras, pero pueden causar un dolor real." - explicó el dragón.
Lucas se dio cuenta de que sus mentiras habían generado un cacho de dolor en el corazón de su amiga. Se volvió hacia el dragón.
- “¿Qué puedo hacer para arreglarlo? ”
- “Solo hay un camino: decir la verdad. La verdad construye puentes. Ven, vamos a hablar con tus amigos.” - indicó el dragón mientras extendía su mano.
Con un poco de valentía, Lucas tomó la mano del dragón y regresó al parque. Al ver a sus amigos, respiró profundo.
"Chicos, tengo algo que decirles." - comenzó Lucas, nervioso.
Sus amigos se dieron vuelta y lo miraron extrañados.
"Lo siento mucho. A veces digo mentiras para hacerme el gracioso, pero ahora entiendo que eso no está bien. Prometo que a partir de ahora siempre les diré la verdad." - declaró Lucas, mirando a cada uno de sus amigos a los ojos.
Sofía dio un paso adelante.
"Te perdonamos, Lucas. Solo queremos divertirnos juntos. Pero por favor, no mientas más." - dijo Sofía con una sonrisa amable.
Los demás asintieron, y una sensación de alivio llenó el aire. El Dragón de la Verdad sonrió, sabiendo que su misión había sido cumplida.
- “Recuerden, la verdad puede ser a veces difícil, pero siempre vale la pena. ¡Hasta la próxima! ” - y con eso, el dragón se desvaneció en una nube de brillo.
Desde aquel día, Lucas se convirtió en el amigo más sincero del grupo, siempre compartiendo sus aventuras sin miedos. Aprendió que la verdad es la mejor forma de mantener unidas a las personas. Y así, el pequeño Lucas se volvió un gran ejemplo para todos en el pueblo, demostrando que ser honesto es un verdadero superpoder.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.