El pequeño Lucas y su amigo Ratico
Érase una vez un pequeño niño llamado Lucas que vivía en un encantador pueblo rodeado de bosques y praderas. Lucas no era un niño común; tenía un secreto muy especial: podía hablar con los animales. Su mejor amigo era un pequeño ratón llamado Ratico, quien siempre lo acompañaba en sus aventuras.
Un día, mientras exploraban el bosque, Lucas y Ratico se encontraron con un grupo de pájaros que parecían muy preocupados. Al acercarse, uno de los pájaros, un azulito llamado Pío, les dijo:
"¡Ay, Lucas! ¡Ratico! ¡Nuestro nido fue arrasado por la tormenta y no sabemos cómo rebuildirlo!"
Lucas se sintió triste por sus amigos y, mirando a Ratico, pensó en cómo podrían ayudar.
"No se preocupen, vamos a buscarles materiales para construir un nuevo nido. ¡Ustedes tienen que volar!" propuso Lucas.
Ratico, con su astucia, sugirió que fueran a la parte alta del bosque donde había muchos árboles.
Caminaron hasta el claro del bosque, y al poco tiempo encontraron una montaña de ramitas y hojas.
"Mira, Lucas, ¡hay un montón de cosas!" exclamó Ratico emocionado.
Lucas comenzó a recoger las ramitas mientras Ratico corría de un lado a otro, ayudando a cargar los materiales.
Ambos regresaron al árbol donde Pío y sus amigos esperaban ansiosos. Juntos, empezaron a construir el nuevo nido.
"¡Es un gran equipo el que hemos formado!" dijo Pío mientras acomodaban las ramas.
"Sí, y creo que será todavía mejor que el anterior," respondió Lucas, mientras colocaba una última hoja en la parte superior del nido.
Los pájaros estaban felices con su nuevo hogar y agradecieron mucho a Lucas y Ratico.
Sin embargo, mientras Lucas se despedía de sus nuevos amigos, notó que Ratico estaba un poco triste.
"¿Qué te pasa, Ratico?" le preguntó Lucas.
"Yo sólo quiero un hogar como el de los pájaros... A veces me siento pequeño y solitario", confidenció Ratico.
Lucas comprendió lo que sentía su amigo y decidió que era hora de hacer algo especial.
"¡Vamos a construirte un nido a vos también! Te construiré tu propio hogar entre los arbustos cerca de mi casa, ¡serás el rey de tu propio nido!"
Ratico sonrió, sus ojos brillaban de alegría.
Fueron a buscar más ramitas y hojas, y Lucas con mucho esmero comenzó a construir un nido para su amigo. Bersaron el nido con amor y dejó un pequeño espacio para que Ratico pudiera asomarse y ver todo el bosque.
"¡Es hermoso, Lucas!" gritó Ratico, saltando de felicidad.
"No hay nada mejor que tener un hogar, amigo. Y siempre estaré a tu lado", le dijo Lucas.
Con su nuevo hogar, Ratico se sintió querido y protegido, y a partir de ese día, el bosque se llenó de risas y joyas.
Durante los siguientes días, Lucas y Ratico jugaban juntos en el bosque y organizaban pequeñas aventuras. Un día, se encontraron con un viejo búho que les dijo:
"¡Nunca olviden lo importante que es cuidar de su amistad y de su hogar!"
Lucas y Ratico aprendieron que ayudar a los demás era fundamental, pero también lo era cuidar de los propios corazones y hogares.
Y así siguieron compartiendo aventuras, hablando con los animales y viviendo felices en su mágico bosque, mostrando que la verdadera amistad es el mejor hogar que uno puede tener.
FIN.