El pequeño Lucas y su mundo especial



En un colorido barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Lucas. Desde muy pequeño, Lucas siempre había visto el mundo de una manera diferente. Las luces brillaban más, los sonidos eran más intensos, y a veces se sentía un poco perdido entre tanta emoción. Pero lo que más le gustaba a Lucas era observar a los pájaros en el parque. Tenía un cuaderno donde dibujaba cada tipo de pájaro que veía, con sus colores y formas.

Un día, mientras dibujaba en su cuaderno, se acercó una niña llamada Sofía. Ella tenía una gran sonrisa y llevaba consigo un hermoso gato de peluche.

"¿Qué estás haciendo, Lucas?" - preguntó Sofía con curiosidad.

"Dibujo pájaros. Son mis amigos", - respondió Lucas, mostrando su cuaderno lleno de dibujos.

Sofía se sentó a su lado y miró los dibujos.

"¡Son hermosos! Nunca había visto a los pájaros de esa manera. Me encanta cómo los dibujas con tantos detalles."

"Gracias, es porque me gusta observarlos mucho. A veces, me siento raro. A veces, no puedo jugar como los demás. Pero a los pájaros los entiendo.”

Sofía, intrigada, decidió que quería comprender más a Lucas. Así que se volvió su amiga y pasaban horas observando a los pájaros juntos.

Un día, el maestro de la escuela de Lucas anunció un concurso de dibujo. Todos los niños estaban emocionados por participar.

"Lucas, tenés que participar, tus dibujos son increíbles!" - le dijo Sofía.

"Pero yo… no soy como los demás. ¿Y si no les gusta?" - Lucas se sintió inseguro.

Sofía le puso una mano en el hombro.

"Tu arte es único, Lucas. El dibujo es una forma de expresar quién sos. Merecés compartirlo, no tenés que ser como los demás."

Inspirado por la amistad de Sofía, Lucas decidió participar. Se puso a trabajar en una ilustración que mostraba a todos los pájaros que había visto, cada uno en su hábitat. Mientras dibujaba, se sintió más tranquilo y aceptó que su manera de ver el mundo era especial.

El día del concurso, el aula estaba llena de colores y risas. Lucas se sintió nervioso pero recordando las palabras de Sofía, se armó de valor. Al momento de presentar su dibujo, la maestra lo miró con admiración.

"Lucas, este dibujo es asombroso. Capturás la esencia de cada pájaro. ¿Podés contarnos qué te inspiró?"

Lucas miró a su alrededor.

"Me inspiran los pájaros porque son libres y diferentes, cada uno tiene su propio canto. Yo, a veces, me siento diferente también, pero eso me hace especial."

Los compañeros de clase comenzaron a aplaudir. Lucas se sintió más seguro y comprendido.

Al final del concurso, Lucas ganó el primer premio. Recibió una hermosa medalla de oro, pero lo que realmente le importaba era que había compartido su mundo con los demás y que lo habían aceptado.

"Hiciste un trabajo maravilloso, Lucas! Estoy tan orgullosa de vos!" - le dijo Sofía con lágrimas de felicidad en los ojos.

"Gracias, Sofía. No podría haberlo hecho sin vos. Me ayudaste a ver lo especial que soy.”

Desde ese día, Lucas siguió dibujando y compartiendo su arte. Todos en la escuela aprendieron a valorar las diferencias y a aceptar a cada uno tal cual es. Lucas, gracias a su amistad con Sofía, descubrió que sentirse diferente no sólo estaba bien, sino que también podía transformar su vida de formas maravillosas. Y sobre todo, comprendió que en su singularidad había una belleza que valía la pena celebrar.

FIN.

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