El pequeño pianista



Carlos era un niño con una sonrisa radiante que brillaba aún más cuando sus dedos tocaban las teclas del piano.

Su cabello oscuro caía sobre su frente mientras se concentraba en cada nota, sus ojos brillaban con emoción al sentir la melodía fluir a través de sus manos. Con cada movimiento, transmitía una pasión que se reflejaba en su rostro, como si el propio piano fuera una extensión de su corazón.

Su figura menuda se perdía entre el imponente instrumento, pero su energía llenaba la habitación con una fuerza incomparable. La música fluía a través de él, y él se fundía con ella en perfecta armonía.

FIN.

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