El pequeño ratón aventureroLa princesa y el valiente ratoncito



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. A pesar de su corta edad, siempre había soñado con viajar y conocer lugares lejanos.

Un día, mientras ojeaba un libro sobre países exóticos, se encontró con una foto de Bangkok, la capital de Tailandia. Tomás quedó fascinado por la belleza de la ciudad y decidió que algún día iría a visitarla.

Pero había un problema: no sabía hablar tailandés ni tenía dinero para el viaje. Sin embargo, eso no detuvo su entusiasmo y decidió aprender todo lo que pudiera sobre Tailandia. Comenzó a leer libros sobre la cultura tailandesa y aprendió algunas palabras básicas en el idioma local.

También investigó sobre las universidades en Bangkok y descubrió que eran reconocidas mundialmente por sus programas académicos. Un año después, cuando Tomás ya era un adolescente, recibió una inesperada noticia: su hermana mayor iba a estudiar medicina en Bangkok.

¡Era la oportunidad perfecta! Podría visitarla y cumplir su sueño al mismo tiempo. Con mucha emoción, Tomás empacó sus cosas e hizo el largo viaje hasta Tailandia.

Al llegar a Bangkok fue recibido por su hermana con los brazos abiertos y juntos comenzaron a explorar la ciudad. Pero había algo más importante para Tomás que solo visitar lugares turísticos. Quería aprender tailandés para poder comunicarse mejor con las personas del lugar.

Así que decidió inscribirse en una clase de idiomas en una universidad cercana. En clase, Tomás conoció a una niña llamada Nai, quien también estaba aprendiendo español. Desde el primer día, se hicieron amigos y comenzaron a practicar juntos sus respectivos idiomas.

Paso a paso, Tomás fue mejorando su nivel de tailandés y cada vez podía comunicarse con más fluidez. A medida que conocía más sobre la cultura tailandesa, Tomás se enamoró aún más del país y de su gente.

Un día, mientras paseaban por un mercado local, Tomás encontró un libro antiguo en tailandés. Aunque no entendía todas las palabras, pudo reconocer algunas imágenes y se dio cuenta de que era una historia infantil muy hermosa.

Tomás decidió comprar el libro como recuerdo de su tiempo en Tailandia. De vuelta en Argentina, le pidió ayuda a su abuela para traducirlo al español. Juntos trabajaron durante semanas hasta lograr traducir la historia completa.

Con mucho entusiasmo, Tomás decidió compartir la historia con sus amigos en la escuela. Les contó sobre su viaje a Bangkok, lo que había aprendido y les leyó la historia traducida. Todos quedaron fascinados con la historia y algunos incluso expresaron interés por aprender más sobre Tailandia.

Así que Tomás organizó una pequeña presentación cultural donde compartió fotos de su viaje e invitó a otros niños a aprender sobre diferentes países del mundo. Desde ese día en adelante, Tomás siguió soñando con viajar y conocer lugares nuevos.

Pero también comprendió que no siempre es necesario ir tan lejos para descubrir nuevas culturas; muchas veces basta con abrir un libro o conversar con alguien diferente para ampliar nuestros horizontes.

Y así, el amor de Tomás por Tailandia y su deseo de aprender nunca se apagaron. Años después, cumplió su sueño de regresar a Bangkok para estudiar en una universidad tailandesa y contribuir al intercambio cultural entre Argentina y Tailandia.

Tomás demostró que con determinación, curiosidad y un poco de esfuerzo, los sueños pueden hacerse realidad sin importar la distancia que nos separe. Y aunque haya obstáculos en el camino, siempre habrá una forma de superarlos si perseveramos y creemos en nosotros mismos.

FIN.

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