El Pequeño Reciclador de Cajamarca



Había una vez en Cajamarca una familia que luchaba por sobrevivir. Los padres de Lucas trabajaban duro, pero apenas llegaban a fin de mes. Un día, mientras Lucas jugaba en el parque, vio a un hombre recolectando botellas de plástico y latas. Se acercó y le preguntó:

"¿Por qué haces eso, señor?"

"Reciclo y vendo lo que encuentro. Así puedo ayudar a mi familia con un poco de dinero".

Lucas, asombrado, decidió que quería ayudar a su familia también. Al día siguiente, salió con una gran bolsa y empezó a recolectar basura que encontraba en la calle. Reunió botellas, latas e incluso trozos de papel.

Cada semana, iba al centro de reciclaje a vender sus hallazgos. Al principio, no ganaba mucho, solo algunas monedas, pero Lucas no se desanimó. Habló con sus vecinos y les pidió que le dieran sus cosas que ya no necesitaban.

"¡Ayúdame, por favor! Si tienen latas o botellas, yo las reciclaré y así ganaré algo para mi familia".

Al principio, algunos vecinos se reían, pero pronto comenzaron a apoyarlo. Los niños del barrio se unieron a Lucas en su misión. Juntos buscaban basura en el parque y la calle, y con el tiempo, empezaron a ver resultados.

Un día, mientras rellenaba su bolsa, encontró un hermoso juguete que un niño había dejado caer.

"¡Mirá lo que encontré!" exclamó, mostrándoselo a sus amigos.

"¡Genial, Lucas! Podríamos limpiarlo y dárselo a alguien que lo necesite".

Esa fue la chispa. Lucas y sus amigos decidieron no solo reciclar, sino también ayudar a otros. Empezaron a llevar los juguetes que encontraban a un refugio cercano.

Poco a poco, el barrio se llenó de niños felices y familias agradecidas. Su esfuerzo no solo les dio más dinero, sino que también les trajo amigos y sonrisas.

Un día, el alcalde se enteró de su trabajo y decidió reconocerlos.

"Estoy muy orgulloso de ustedes, chicos. Por su esfuerzo y dedicación, les entrego este premio y un lugar en el próximo evento de limpieza del barrio".

Lucas sonrió y miró a sus amigos, sintiéndose más feliz que nunca. Se dio cuenta de que, aunque habían comenzado a reciclar para ayudar a su familia, habían creado algo mucho más grande: una comunidad unida que se preocupa por el bienestar de cada uno.

Desde ese día, Lucas supo que un pequeño esfuerzo puede generar un gran cambio, y así comenzó a soñar en grande, no solo para su familia, sino para todo su barrio.

FIN.

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