El perdón de Mateo


Había una vez en el bosque un niño llamado Mateo, a quien le encantaba explorar y jugar entre los árboles. Un día, mientras caminaba por un sendero, se encontró con una serpiente que de repente le mordió la pierna.

-¡Ay! ¡Me duele mucho! -gritó Mateo asustado. La serpiente, arrepentida por lo que había hecho, le dijo:-Lo siento mucho, no quería lastimarte. Fue un accidente.

A pesar del dolor, Mateo decidió perdonar a la serpiente y le respondió:-Está bien, todos cometemos errores. Pero ahora necesito ayuda para sanar mi pierna. La serpiente, agradecida por la comprensión de Mateo, se ofreció a llevarlo con su amiga la tortuga Sabina, quien era muy sabia y conocía muchas hierbas curativas.

Cargando a Mateo en su espalda, la serpiente se deslizó rápidamente por el bosque hasta llegar al hogar de Sabina.

La tortuga escuchó atentamente lo ocurrido y preparó una mezcla especial de plantas medicinales para aplicar en la herida de Mateo. Día tras día, Sabina cuidó de Mateo con dedicación mientras la serpiente permanecía cerca como muestra de su arrepentimiento.

Con el paso del tiempo, la pierna de Mateo sanó por completo gracias a los cuidados de Sabina y al cariño demostrado por la serpiente. Durante ese período juntos, los tres se hicieron muy amigos. Compartían historias y risas bajo la sombra de los árboles y aprendieron que las segundas oportunidades son valiosas en cualquier amistad.

Un día soleado, cuando ya todo estaba mejorando para Mateo, decidieron hacer una fiesta en el bosque para celebrar su recuperación y su nueva amistad.

Animales de todos lados acudieron al festejo llenos de alegría y gratitud hacia aquellos tres amigos especiales que habían demostrado que incluso después de un error grave podían surgir conexiones fuertes basadas en el perdón y la empatía.

Desde entonces, Mateo visitaba regularmente a Sabina y a su amiga serpiente para seguir compartiendo aventuras juntos en el bosque. Y cada vez que recordaban aquella mordida accidental que cambió sus vidas para siempre, lo hacían con una sonrisa cómplice sabiendo que juntos eran más fuertes e inseparables.

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