El perdón del árbol mágico



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos árboles frutales. Desde muy pequeña, Sofía tenía un gran amor por la naturaleza y siempre soñaba con tener su propio huerto.

Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, Sofía encontró una semilla especial. Era una semilla de palta brillante y reluciente. Sin dudarlo, decidió llevarla a casa y plantarla en su jardín.

Con mucho cuidado, Sofía cavó un hoyo profundo y depositó la semilla en él. Luego la cubrió con tierra fértil y regó el lugar con cariño.

Todos los días se aseguraba de que la planta recibiera suficiente sol y agua para crecer fuerte y sana. Pasaron las semanas y la planta comenzó a crecer rápidamente. Sofía estaba emocionada al ver cómo cada día se convertía en un árbol más alto y frondoso.

Pero lo que más le emocionaba era pensar en todas las deliciosas paltas que podría comer cuando llegara el momento de cosechar. Un día soleado, mientras jugaba bajo el árbol de paltas, Sofía tropezó con una raíz saliente y cayó al suelo junto con varias paltas maduras del árbol.

Su ropa se llenó de tierra y sus brazos estaban llenos de raspones. Sofía se levantó enfadada e indignada: "¡Maldito árbol! ¡Siempre me haces daño!", exclamó furiosa mientras lanzaba las paltas al suelo.

Estaba tan enojada que empezó a patear el árbol y a gritarle. En ese momento, un hada de la naturaleza apareció frente a Sofía. Tenía cabello verde y vestía una túnica llena de flores.

Con una sonrisa amable, le dijo: "Querida Sofía, entiendo que estés enfadada por haber caído, pero debes recordar que este árbol te ha dado muchas alegrías. No es justo culparlo por un accidente". Sofía se sorprendió al ver al hada y reflexionó sobre sus palabras.

Se dio cuenta de que había sido injusta con el árbol y que su reacción no era apropiada. Arrepentida, se acercó al árbol y lo abrazó cariñosamente. "Perdón, querido árbol", le susurró Sofía con lágrimas en los ojos.

"Fui injusta contigo y te culpe por algo que no fue tu culpa". El hada sonrió complacida y tocó el tronco del árbol con su varita mágica. Al instante, las heridas de Sofía desaparecieron como por arte de magia.

Desde aquel día, Sofía aprendió a ser más paciente y comprensiva con la naturaleza. Cuidaba de su árbol de paltas con amor y gratitud, comprendiendo que los accidentes pueden pasar pero eso no significa que hayan sido intencionales.

Con el tiempo, el árbol creció aún más alto y produjo muchas más paltas deliciosas para compartir con la comunidad del pueblo. La historia de Sofía nos enseña que todos cometemos errores y que es importante aprender de ellos.

También nos recuerda la importancia de cuidar y respetar a la naturaleza, ya que ella nos brinda muchos regalos maravillosos. Y sobre todo, nos enseña a ser amables y compasivos con los demás, incluso cuando estamos enojados o heridos.

FIN.

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