El perdón del osito en el bosque encantado

Había una vez en el bosque encantado de Villa Capitosa un niño muy travieso y valiente llamado Pepito, a quien todos conocían como "Pepito el más capito".

Este apodo se lo habían puesto sus amigos porque siempre encontraba soluciones ingeniosas a los problemas que surgían en el bosque. Un día, mientras exploraba cerca del río, Pepito tropezó con una raíz y cayó en un hoyito muy profundo.

Por desgracia, justo en ese momento pasaba por allí un osito hambriento que al ver a Pepito pensó: "¡Qué suerte! ¡Un snack delicioso!". Sin dudarlo, el osito se abalanzó sobre Pepito y se lo comió de un bocado.

Pero lo que el osito no sabía era que Pepito llevaba consigo una linterna mágica que había encontrado en una cueva misteriosa hacía unos días. Al tragarse a Pepito, también ingirió la linterna sin darse cuenta.

Dentro del estómago del osito, Pepito encendió la linterna mágica y comenzó a brillar con una luz tan intensa que iluminó todo el interior del animal. El osito sintió un calor extraño en su panza y empezó a sentirse incómodo. "¡Ayuda! ¡Me estoy cocinando por dentro!" -gritaba el osito desesperado.

Pepito aprovechó la confusión para abrir paso desde adentro hacia afuera con toda su fuerza capitolina y logró liberarse del estómago del osito sano y salvo.

El osito, arrepentido por haberse comido a Pepitio pero aliviado de estar libre de esa luz abrasadora, le pidió perdón entre lágrimas. Desde ese momento, prometió nunca más comer carne humana y convertirse en vegetariano. Pepitio perdonó al osita con un abrazo amistoso y juntos regresaron al pueblo donde fueron recibidos como héroes.

A partir de ese día, Pepitio aprendió la importancia de llevar consigo herramientas útiles para cualquier situación inesperada y el valor de perdonar a quienes cometen errores.

Y así es como Pepitio el más capitoso demostró una vez más que no hay problema tan grande que no pueda resolverse con astucia e ingenio. Y colorín colorado este cuento ha terminado.