El perezoso y sus nuevos amigos



Había una vez en la selva un perezoso llamado Pipe. Pipe era muy tímido y tranquilo, pasaba la mayor parte del tiempo colgado de las ramas de los árboles, moviéndose lentamente y disfrutando de su vida relajada.

Pero había algo que preocupaba a Pipe: creía que nadie quería ser su amigo. Un día, mientras se balanceaba en una rama, vio a un grupo de animales jugando cerca de él.

Había monos saltarines, aves coloridas y hasta una tortuga risueña. A pesar de estar rodeado de tanta diversión, Pipe pensó que no le prestaban atención porque no querían ser sus amigos. Triste y desanimado, Pipe decidió bajar al suelo para explorar el mundo desde allí abajo.

Caminó por la selva con la cabeza gacha y el corazón apretado. De repente, escuchó una voz familiar:"- ¡Hey, Pipe! ¿Dónde vas tan rápido?"Era Manchitas, un pequeño jaguar que siempre estaba dispuesto a jugar.

Al verlo acercarse con una sonrisa amigable en su rostro manchado, Pipe se sorprendió. "- Oh... eh... hola Manchitas", respondió tímidamente. Manchitas lo miró confundido: "- ¿Por qué estás tan triste? Te hemos estado buscando por todas partes".

Pipe bajó aún más la cabeza: "- Pensé que nadie quería ser mi amigo". El jaguar se rió a carcajadas: "- ¡Pero si todos te adoran! Eres el perezoso más simpático y divertido de toda la selva".

Pipe levantó la mirada, sorprendido por las palabras de Manchitas. No podía creer que todo este tiempo había estado equivocado. "- ¿De verdad piensan eso?", preguntó Pipe con una mezcla de alegría y incredulidad. Manchitas asintió: "- Claro que sí.

Todos te admiran por cómo disfrutas de la vida sin preocupaciones y siempre tienes una sonrisa en tu rostro". Entonces, Manchitas le propuso a Pipe unirse al juego que estaban organizando. Emocionado y sintiéndose querido, Pipe aceptó encantado.

A medida que avanzaba el día, Pipe se dio cuenta de algo maravilloso: todos los animales de la selva querían ser su amigo.

Los monos saltarines lo invitaban a trepar árboles juntos, las aves coloridas cantaban canciones para él y hasta la tortuga risueña le contaba chistes para hacerlo reír. Pipe aprendió una valiosa lección ese día: no importa cuánto creas que nadie quiere ser tu amigo, siempre habrá personas (o animales) dispuestos a compartir momentos especiales contigo si les das la oportunidad.

Desde aquel día, Pipe dejó atrás sus inseguridades y abrió su corazón a nuevas amistades. Descubrió que era capaz de traer alegría a los demás simplemente siendo él mismo.

Y así vivieron felices en la selva, donde cada día era una aventura llena de risas y amistad. Porque ahora Pipe sabía que todos querían ser su amigo.

FIN.

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