El perfume de la amistad


Había una vez en el mundo de los perfumes, un perfume nuevo llamado Frescorito, quien se creía el mejor de todos. Siempre presumía su aroma fresco y duradero a todos los demás perfumes que encontraba.

Un día, mientras caminaba por la tienda de perfumes, se topó con Perfumito, un perfume viejo pero muy sabio. Frescorito no pudo evitarlo y comenzó a presumirle a Perfumito sobre lo maravilloso que era y cómo superaba en todo aspecto al perfume viejo.

"Perfumito, deberías aprender de mí. Mi aroma es más fresco y duradero que el tuyo. Seguro nadie te compra ya", dijo Frescorito con arrogancia.

Perfumito sonrió con calma y respondió: "Querido Frescorito, no es cuestión de competir o compararse unos con otros. Cada perfume tiene su propio encanto y valor". Frescorito se sintió desafiado por las palabras de Perfumito e insistió en demostrarle que él era superior.

Decidió hacer una prueba para ver cuál aroma duraba más tiempo en la piel de las personas. Ambos perfumes acordaron rociar unas gotas en dos personas diferentes y esperar a ver cuál aroma permanecía por más tiempo. Al cabo de unas horas, regresaron para comprobar los resultados.

Para sorpresa de Frescorito, el aroma del Perfumito seguía presente en la persona que lo había usado mientras que el suyo había desaparecido casi por completo. "¡No puede ser! ¿Cómo es posible? ¡Yo debería haber ganado!", exclamó Frescorito desconcertado.

Perfumito, con una sonrisa amable, explicó: "Frescorito, la duración de un perfume no lo es todo. El valor real de un perfume radica en cómo hace sentir a las personas que lo usan".

El perfume nuevo comenzó a reflexionar sobre las palabras del Perfumito y se dio cuenta de que había estado demasiado preocupado por destacar y ser el mejor. Comprendió que su arrogancia solo le había traído problemas.

Desde ese día, Frescorito decidió cambiar su actitud y aprendió a valorar las cualidades únicas de cada perfume en lugar de compararse con ellos. Aprendió a ser humilde y respetuoso hacia los demás perfumes. Perfumito, por su parte, estaba feliz de haber enseñado una valiosa lección al perfume nuevo.

Ambos perfumes se hicieron amigos y juntos crearon una fragancia única que combinaba la frescura del Frescorito con la elegancia del Perfumito.

Así fue como Frescorito aprendió que no importa cuán nuevo o viejo seas, lo más importante es ser auténtico y apreciar las diferencias entre todos los perfumes del mundo. Y desde aquel día, tanto el perfume nuevo como el viejo vivieron felices compartiendo sus aromas con el mundo entero.

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