El Perrito del Ogro



Érase una vez una niña llamada Sofía que vivía en una cabaña en el corazón de un frondoso bosque. Sofía era curiosa y aventurera. Todos los días exploraba su mágico entorno, aprendiendo sobre las plantas y los animales que allí habitaban.

Un soleado día de primavera, mientras recogía flores, Sofía escuchó un ladrido suave que provenía de un arbusto cercano. Intrigada, se acercó y, al apartar las ramas, encontró un pequeño perrito de pelaje dorado, temblando y con una mirada triste.

"¡Hola, pequeño! ¿De dónde saliste?" - dijo Sofía, agachándose para acariciar al perrito.

El perrito movió la cola y sus ojos brillaron al recibir el cariño de Sofía. Pero cuando lo tomó en sus brazos, escuchó un ruido fuerte y tembloroso a sus espaldas.

"¡Eso es mío!" - rugió una voz profunda y estruendosa.

Sofía se dio vuelta y vio a un gran ogro, con piel verde y ojos amarillos, que miraba enfadado.

"¡Es mi perrito! Lo perdí y estaba buscándolo por todo el bosque" - dijo el ogro, señalando la pequeña criatura dorada.

Sofía sintió un estremecimiento. "Pero, ¿por qué lo tienes tan asustado?" - preguntó.

"No lo asusto. Lo cuido, pero es travieso y le gusta escaparse" - respondió el ogro, su tono un poco más suave.

La niña pensó por un momento y decidió que no quería separar al perrito de su dueño, aunque el ogro le parecía un poco aterrador.

"Está bien. Te lo devolveré, pero solo si me prometes cuidarlo siempre y no gritarle" - sugirió Sofía.

El ogro, sorprendido por la propuesta, frunció el ceño, pero luego asintió. "Te lo prometo. A veces me enoja que se escape, pero lo quiero mucho".

Sofía le entregó al perrito, que corrió hacia el ogro y empezó a saltar alegremente. El ogro sonrió, y su rostro se iluminó.

"Gracias, pequeña. A veces, la gente me tiene miedo y no comprenden que solo quiero ser un buen dueño" - dijo el ogro, con una voz más amable.

Desde ese día, Sofía y el ogro se hicieron amigos. La niña aprendió que el ogro tenía un corazón bondadoso y que a pesar de su apariencia temible, amaba a su perrito intensamente. Con el tiempo, también descubrió que el ogro cuidaba del bosque, ayudando a las criaturas que vivían allí.

Un día, un terrible viento azotó el bosque, trayendo consigo a unos malvados trolls que querían destruirlo. Sofía, el ogro y el perrito, se unieron a los animales del bosque para idear un plan y proteger su hogar.

"¡Vamos a construir barreras con ramas!" - propuso Sofía.

"¡Y yo asustaré a los trolls!" - gritó el ogro, dejando escapar una risa profunda.

Los tres trabajaron en equipo, colaborando con los pájaros, los ciervos y otros animales. Cada uno hizo lo mejor que pudo, utilizando sus talentos únicos. Sofía era astuta para encontrar materiales, el ogro tenía fuerza para mover objetos pesados y el perrito mantenía la moral alta con sus travesuras.

Finalmente, el día de la confrontación llegó. Cuando los trolls llegaron, se encontraron con una formidable barrera de ramas y un ejército de pequeños y grandes guardianes del bosque.

"¡Larguen este lugar! Este bosque es nuestro hogar y lo defenderemos" - gritó el ogro, mientras el perrito ladraba fieramente a su lado.

Los trolls, confundidos por la valentía del grupo, comenzaron a temer y decidieron huir, dejándolos en paz. Sofía, el ogro y los animales celebraron su victoria con alegría y fiesta.

Desde entonces, la niña y el ogro se volvieron guardianes del bosque, cuidándolo y protegiéndolo juntos. Sofía aprendió que no se debe juzgar a los demás por su apariencia y que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados.

Y así, cada vez que el sol se ponía, el ogro y Sofía se sentaban juntos con el perrito a su lado, buscando nuevas aventuras y compartiendo historias.

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FIN.

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