El perrito delgadito y su nueva familia



Había una vez un perrito llamado Toby. Era un perrito delgadito, con un hermoso pelaje marrón y ojos grandes que reflejaban tristeza. Toby vivía en las calles, buscando comida y un lugar donde pasar la noche. Aunque era áspero y frío, su corazón siempre soñaba con encontrar un hogar.

Un día, mientras caminaba por el parque, una familia que paseaba con sus dos hijos se dio cuenta de él. La mamá se agachó y le dijo:

"¡Pobrecito! Mirá cómo tiembla. Vení, vamos a ayudarte."

Los niños, Lucía y Martín, se acercaron emocionados.

"¡Mirá, mamá! Tiene un collar de cuerda, debe haber tenido un hogar."

"Y si no lo tenía, ahora lo tendrá con nosotros", respondió la mamá sonriendo.

Así fue como Toby fue llevado a su nuevo hogar. La familia lo baña, le dio de comer y le puso un collar nuevo. Al día siguiente, Toby no pudo contener su felicidad, así que empezó a ladrar con todo su corazón.

"¡Soy libre! ¡Tengo un hogar! ¡Gracias!"

Con el paso del tiempo, Toby se adaptó a su nueva vida. Se convirtió en el compañero inseparable de los niños. Juntos jugaban en el jardín, hacían picnics y hasta iban al parque. Toby disfrutaba de cada momento.

Un día, mientras jugaban a la pelota, Martín lanzó el balón muy lejos. Toby, emocionado, salió corriendo detrás de él. Pero algo inesperado sucedió. Al intentar alcanzar la pelota, se encontró con un perro grande y feroz que le ladraba con furia. Toby, asustado, retrocedió y miró a sus nuevos amigos, buscando su apoyo.

"¿Qué hago, mamá? ¡Ese perro me da miedo!"

La mamá, al ver la situación, se acercó.

"Toby, está bien. A veces los perros grandes solo quieren jugar. Mira, voy a ayudar."

Con mucha calma, la mamá se acercó al perro grande y le habló.

"Hola, amigo. Este es Toby, es un buen perrito. Solo quiere jugar. ¿Te gustaría hacerlo?"

El perro grande dejó de ladrar y movió su cola, así que Toby, dándose cuenta que no era una amenaza, se acercó y comenzó a jugar con él.

"¡Mirá, Toby! No era tan malo después de todo", dijo Lucía.

"Sí, ¡hay que saber enfrentarse a los miedos!" agregó Martín entusiasmado.

Desde ese día, Toby aprendió que a veces los miedos son grandes, pero no siempre son peligrosos. Con el tiempo, estableció una amistad con el perro grande, que se llamaba Rocky.

Poco después, Toby decidió que quería hacer algo especial. Un fin de semana, mientras lucía su sonrisa, dijo:

"¡Quiero ayudar a otros perros como yo, los que están en la calle!"

"¡Sí! Podemos organizar una colecta de comida y juguetes!", sugirió Lucía.

"Y podemos promover que más familias adopten!", añadió Martín.

Y así lo hicieron. Con la ayuda de sus padres, organizaron un día de adopción en el parque, donde llevaron comida, juguetes y, lo más importante, amor.

El evento fue todo un éxito. Muchas familias se interesaron en adoptar a un perrito, y Toby se llenó del más inmenso orgullo.

"¡Estoy ayudando a mis amigos!" exclamaba Toby, mientras jugaba saltando alrededor de todos los perros.

Los meses pasaron y la familia aprendió que dar amor no solo cambia la vida de un perro, sino que también transforma a quienes lo dan. Aunque Toby nunca olvidará su vida de antes, ahora se sentía en casa, rodeado de mucho amor.

Finalmente, Toby vivió muchos años felices con su familia, lleno de aventuras y enseñanzas, donde cada ladrido era un canto a la felicidad. Y así, el perrito delgadito dejó de ser triste para convertirse en un símbolo de esperanza y amor.

FIN.

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