El perrito que compraba pan



Sebastián estaba paseando con su mamá hacia la panadería del barrio. Mientras caminaban, vieron algo inusual en la acera: un pequeño perrito con un saquito en el lomo, sosteniendo una moneda en la boca.

El perrito movía la cola con entusiasmo mientras esperaba su turno para entrar a la panadería. Sebastián no podía creer lo que veía. - ¡Mamá, mirá ese perrito! ¡Está comprando pan como un humano! - exclamó sorprendido. La mamá de Sebastián también se quedó sin palabras.

Decidieron acercarse para ver qué estaba pasando. - ¿Disculpe, señora? ¿Ese perrito está comprando pan? - preguntó la mamá de Sebastián a una mujer que estaba en la fila. La mujer asintió con una sonrisa.

- Sí, es Max, el perrito del panadero. Todos los días hace la compra de pan para la panadería. Es un perrito muy especial. Sebastián estaba fascinado.

Al entrar a la panadería, vieron a Max acercarse al mostrador, dejar la moneda y recibir un pan en su boca. Luego, salió de la panadería con el pan en su saquito y se fue corriendo hacia la panadería. - ¡Qué increíble, mamá! ¡Max es un perrito muy inteligente! - dijo Sebastián emocionado.

Después de comprar su propio pan, Sebastián le preguntó al panadero si podía acercarse a Max. El panadero asintió y Sebastián se agachó para acariciar a Max. - Hola, Max. ¿Cómo estás? Eres muy listo y valiente. - dijo Sebastián con cariño.

Max movió la cola contento y ladró suavemente. En ese momento, el panadero se acercó a ellos. - Max es un perrito muy especial, ¿verdad? - comentó el panadero. - Sí, es increíble. ¿Cómo aprendió a hacer eso? - preguntó Sebastián.

El panadero le explicó que desde cachorro, Max acompañaba a su papá a la panadería y aprendió a hacer la compra del pan.

Además, el panadero le enseñó a llevar la moneda en la boca y a esperar su turno en la fila. Sebastian se quedó admirado. Al salir de la panadería, Sebastián y su mamá se despidieron de Max y el panadero.

En el camino de regreso a casa, Sebastián le dijo a su mamá: - Mamá, quiero enseñarle trucos a nuestro perro Benito para que sea tan listo como Max. La mamá de Sebastián sonrió y le dijo: - Claro, Sebastián. Todos los animales son inteligentes a su manera. Solo necesitan amor, paciencia y enseñanza.

Desde ese día, Sebastián comenzó a jugar y entrenar a Benito con mucha dedicación, inspirado en la inteligencia y valentía de Max. Y, aunque Benito no compraba pan en la panadería, demostraba su astucia y cariño de muchas otras formas.

FIN.

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